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La autoreconciliación

11 de mayo de 2018

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Recuerdo que una compañera de trabajo entró de improviso en mi oficina porque necesitaba conversar conmigo sobre un problema que la agobiaba. No resulta extraño que me suceda algo así porque los psicólogos lo somos las 24 horas del día y en cualquier lugar, y esto no me molesta, porque ayudar a los demás es más que mi trabajo, es mi mayor satisfacción, así que dejé lo que estaba haciendo y me dispuse a escucharla.

El asunto que la tenía ansiosa era su esposo –a quien también conozco– y que es algo así como un eterno adolescente que solo envejece por fuera, pero que mantiene una conducta tan inmadura que le impide actuar como padre y esposo, por lo que ella era más que su esposa, era una combinación de novia en ocasiones y en otras la madre que educaba y guiaba; pero lo más complicado de todo es que ella estaba muy enamorada de él, por lo que el conflicto era interno, porque no quería ni pensar en el divorcio.

Entonces, ¿qué le pasaba a esta mujer? La respuesta es simple, pues lo que tenía era una contradicción interna amor-rechazo con respecto a su esposo, por lo que la única solución en estos casos en los que la gente no está conforme consigo mismo es una autoreconciliación. Claro que explicaré en qué consiste esto, y que resulta prácticamente desconocido. La primera y más importante relación social que debemos tener es con uno mismo, y esta relación tiene que ser buena, equilibrada y feliz, porque podemos tener problemas con otros, no llevarnos bien con Juan o Pedro, discutir con María o Ana, detestar a Jacinto o Darío, pero con la única persona con la que no podemos estar reñidos es con uno mismo, porque la autoguerra es insoportable.

El tipo de equilibrio que tengamos con nosotros mismos determinará el modo con que nos relacionamos con los demás, y esto constituye la realidad de la vida. La importancia de llevarnos bien con nosotros mismos es el comienzo o la base para la alfabetización emocional, y lo que le pasaba a esta amiga era justamente que andaba en una guerra interior porque no era capaz de manejar dos emociones contrarias que le provocaba su esposo. Por ello me dediqué a hacerle ver que solo tenía dos caminos: o empezaba con un proceso de autoreconciliación o se divorciaba, porque mantener ese estado de ansiedad, irritabilidad y mal humor era altamente peligroso.

Ahora bien, ¿cómo se puede hacer esta reconciliación interna? Pues el primer paso es jerarquizar los intereses, o sea, poner en orden de importancia las emociones, por lo que le recomendé a la amiga que tenía que definir qué le era más importante: si el amor que sentía hacia el esposo o tener un esposo que actuara como un adulto, y también verlo de forma inversa, lo que quiere decir que tenía que ver lo que le era imposible resistir: perder al esposo o tener un esposo inmaduro. Y con este análisis podría encontrar una respuesta que le permitiera tener una visión nueva, posibilitándole sentirse mejor y autoreconciliada con su vida.

Por supuesto que este tipo de proceso no se logra ni en una hora, ni en un día, sino que lleva el tiempo que cada cual se demore en hacer un análisis completo y profundo de sus intereses, motivaciones y lo que quiere en un buen orden de prioridades. Cada persona tiene su propio tiempo, porque muchas veces necesita revivir para reconocer las emociones que les produce y así saber con cuáles puede lidiar y cuáles no son tolerables. Incluso también se recomienda que se imagine como sería su vida en las diversas situaciones o soluciones a sus problemas.

Pues les cuento que hizo esta persona que me pidió ayuda, y es que decidió que amar al esposo era lo más importante y vivir sin él le era imposible, por lo que tener un marido-adolescente era un mal menor y tolerable y ahora, cuando ya han pasado unos pocos años, ella se ríe de las cosas de él, esas mismas cosas que antes la torturaban. Claro que tiene trabajo doble, porque tiene dos hijos en vez de uno –el que parió y con el que se casó–, pero es feliz y eso es lo que importante.

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