Juventino Rosas y su vals “Sobre las olas” (I)
31 de enero de 2024
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Dicen que al destacado músico mexicano Juventino Rosas le tocó vivir una época en la cual no sobraban los mecenas –al menos él jamás dio con alguno–, y como carecía además de medios económicos, su paso por la vida, pese al talento de que dio muestras, fue bastante pesaroso y lleno de penurias.
Luego de deambular por México y los Estados Unidos, con algún que otro mediano éxito y más de un desengaño amoroso, Juventino Rosas vino a carenar a Cuba en el año de 1894.
Sobre este músico mexicano se ha tejido más de una leyenda. Incluso se asegura que algunas veces su nombre es invocado en Cuba en algunas ceremonias espiritistas, sobre todo en las fiestas rituales conocidas como “los violines”, donde también se toca con frecuencia el vals “Sobre las olas” que lo hizo famoso en todo el mundo.
Tal vez fuera el halo de misterio que siempre envolvió a este talentoso artista, lo que lo hizo trascender más allá de su temprana muerte, ocurrida el 9 de junio de 1894, por azares del destino en Batabanó, pequeño pueblo costero perteneciente entonces a la provincia de La Habana, y hoy a la de Mayabeque.
Según la tradición, Juventino Rosas había muerto de una cirrosis hepática, abandonado a su suerte, y de no haber sido por la generosidad de unos humildes pescadores de esponjas, que corrieron con los gastos del sepelio, sus restos se encontrarían sólo dios sabe dónde.
Es curioso conocer cómo en esta versión romántica de los hechos se comenta sobre lo intensamente dramáticas que fueron sus últimas horas: borracho, errabundo y decepcionado, muy junto a la partitura de uno de los valses más populares de todos los tiempos, dedicado a una ingrata que no supo corresponder a su amor.
Hoy se sabe, sin embargo —gracias a serias investigaciones y muy al contrario de lo sostiene el mito—, que el famoso compositor y violinista mexicano murió en el apogeo de su gloria artística, a causa de una mielitis espinal aguda, doce días después de haber llegado a aquel pequeño poblado de Batabanó donde fue ingresado en la mejor clínica del lugar y atendido por su dueño, el doctor José Manuel Campos.
Muchos son, pues, los misterios que asedian el paso del autor del célebre vals “Sobre las olas” por la Isla y, muy en especial, por Batabanó, cuyos vecinos, en apreciable actitud, acogieron con todos los honores los restos del gran artista en el cementerio de la villa.
Allí descansaron hasta 1909, cuando fueron trasladados a su tierra natal, debido a la diligencia de un periodista compatriota suyo, que de visita por el modesto poblado reconoció sorprendido la tumba del joven músico mexicano en la necrópolis de la localidad.
Sus restos reposan hoy día, como justo reconocimiento a sus elevados méritos como artista, en la Rotonda de los Hombres Ilustres de México, y su pueblo natal, Santa Cruz de Galeana, en Guanajuato, se nombra hoy Santa Cruz de Juventino Rosas.
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