Juan Antonio Bances: paisano fraterno e industrial aventajado
6 de abril de 2018
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En 1900 Juan Antonio Bances se retiró del negocio y transfirió la propiedad de los puros Partagás a la Sociedad Cifuentes, Fernández y Compañía, constituida por Ramón Cifuentes Llano y Antonio Fernández, pero se mantuvo como director. Los nuevos dueños de la fábrica se encargaron de garantizar la alta calidad del tabaco y su esmerada presentación.
Bances se encontraba entre los cincuenta primeros asturianos que respondieron al llamado de fundar el Centro Asturiano de La Habana, en mayo de 1886, con el propósito de fomentar y estrechar los lazos de unión y vínculos entre los asturianos y sus descendientes, contribuir al realce del nombre de Asturias en Cuba y proporcionar a los asociados asistencia a sus enfermedades, instrucción y recreo. Su influencia era tal, que fue considerado entre los candidatos de más peso a la Presidencia, obteniendo el segundo lugar en la votación. Fue, además, Coronel de Ingenieros del Cuerpo de Voluntarios de La Habana.
Gracias a la inteligencia de Bances para los negocios, su casa bancaria sobrevivió a la crisis provocada por la Guerra de 1895 y logró llegar con solvencia a los inicios de la República. En 1904 la firma bancaria Bances y Compañía renovó su memorando de asociación; tres años después –con la muerte de Juan Antonio– se disolvía para reconstituirse como sociedad comanditaria en 1908. Continuaba radicando en la casa de la calle Obispo y mantenía la misma razón social, aunque se extendía el plazo de la sociedad a diez años, es decir hasta 1918. Su objeto social era dedicarse a los negocios de banca, especialmente el giro de letras, y el desempeño de comisiones mercantiles, además de otros negocios de lícito comercio. Los continuadores de Bances y Compañía mantuvieron la visión de la antigua firma, empeñada siempre en diversificar los activos, de ahí que en 1909 adquirieran marcas de fideos y pastas para sopas.
No obstante haber ampliado su capital, la empresa no pudo sobreponerse a la crisis de 1920, y en 1921 el banco se declaró en estado de suspensión de pagos ante la Comisión Temporal de Liquidación de Bancos. Entonces se vendieron todos sus activos, pero los ingresos de la venta no fueron suficientes para satisfacer las deudas. Después de la liquidación de Bances y Compañía, sociedad en comandita, la Comisión acordó la disolución de la Junta de Liquidadores y el cierre del banco.
Juan Antonio Bances no vivió los últimos cambios operados en la compañía que había fundado, pues falleció el 23 de julio de 1907, a los 87 años de edad. Entre sus propiedades se hallaban efectivos en The Royal Bank of Canada, cuentas en plata y oro americanos, dos casas en la calle Industria, una en Reina, el Hotel Campoamor de Cojímar, una fábrica de fideos en Santiago de Cuba, la finca Río Hondo y la hacienda Hato de la Cruz, de 800 hectáreas, en el municipio de Consolación del Sur, en Pinar del Río. Esa hacienda, dedicada en lo fundamental al cultivo del tabaco, la adquirió de la familia Partagás cuando se hizo de la fábrica.
Además de hombre de negocios, Juan Antonio Bances fue uno de los grandes defensores del asociacionismo como una manera de mantener viva las raíces. Así, mantuvo el vínculo con Candamo, y en especial, con su parroquia natal, San Román, a la que hizo numerosos legados monetarios, beneficiando la escuela de la localidad y la capilla de Valdemora. En Cuba, fue fundador de la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Asturias, creada en 1877, de la cual fue su Vicepresidente, y a su muerte, dejó diez mil pesos a la Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana, y otro tanto al hospital de ancianos.
De su vida personal no se conoce mucho, solo que, a la edad de sesenta años, y aún soltero, conoció a Luisa Matilde Ángela de Marigny Sentmanat, una norteamericana perteneciente a una de las familias más aristocráticas y opulentas de New Orleans. Nacida en 1841, era veinte años más joven que él, había quedado viuda del señor Nevil Alfred Soulé en 1878. Se casaron en 1880 en el Sagrario de la Catedral de La Habana, y vivieron juntos once años, hasta la muerte de ella, en 1891.
Poco tiempo después de su boda, Bances compró un edificio medieval en el Pirineo Francés, conocido como Castillo de Coumes, que años antes había sido propiedad de Pierre Soulé, padre del primer esposo de Ángela. Entre 1883 y 1887 lo reformó por completo, transformándolo en una cómoda mansión.
No obstante su condición de emigrantes, y poseer propiedades en otros países, ambos están enterrados en el Cementerio Cristóbal Colón de La Habana. Como testigo de la posición social y económica de su dueño, sus restos reposan en un panteón ubicado en la zona más cara del cementerio, la de monumentos de primera categoría, donde un metro cuadrado de terreno costaba 30 pesos oro.
Juan Antonio Bances no fue un tabaquero de oficio, como los también españoles Julián Álvarez, Jaime Partagás, Francisco Cabañas, Pepín Rodríguez, José Gener y Pedro Murias, por solo citar algunos ejemplos, sino que fue un hombre de una clara visión comercial y de marcado perfil empresarial. De hecho, en la década de 1880 se registró como comerciante-banquero, no como fabricante de habanos. La naturaleza polivalente de sus negocios le permitió sortear riesgos y encarar con éxito las recurrentes crisis a que se vio sometida la economía cubana colonial a lo largo del siglo XIX.
Su principal logro fue descubrir, asesorar y apoyar económicamente a diversos emprendedores, hasta entonces desconocidos –y la mayoría de ellos españoles–, para convertirlos en empresarios exitosos, especialmente los del mundo del tabaco, con los cuales llegó a asociarse para la explotación de sus manufacturas. Sin dudas, el papel desempeñado en el crecimiento económico de la Isla le merece a Juan Antonio Bances un lugar en la historia de Cuba y un estudio más profundo de sus aportes.
Nota:
*Estos artículos fueron elaborados a partir de un estudio conjunto con la MsC. Patricia Andino, realizado para el II Coloquio Presencias europeas en Cuba, convocado por el Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo. Los datos fueron obtenidos –entre otras fuentes–, a partir de los trabajos de Enrique Collazo, Empresarios Asturianos en Cuba (1840-1920), y Partagás. The Book/El Libro, de Amir Saaroni, así como de la colaboración de Catherine Chancerel y Galia Castelló.
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