José Martí y sus valoraciones sobre el artista francés Francisco Dumaine
7 de julio de 2022
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José Martí desarrolló una labor significativa al comentar con respecto a manifestaciones artísticas y esto se puede apreciar en diversos trabajos suyos reflejados en revistas y periódicos de países latinoamericanos.
Él con profundidad y elegancia hizo referencia ala música, la poesía, la literatura, la pintura y la escultura. Sobre esta última manifestación artística Martí llegó a señalar en un trabajo publicado en la revista La América, en Nueva York, en el número correspondiente a junio de 1883 que si algo difícil tiene la escultura, es una estatua en reposo.
También en otra oportunidad, en este caso en un trabajo reflejado en La Nación, de Buenos Aires, el primero de enero de 1887, Martí igualmente comentó al referirse a la labor de los escultores en específico.
Patentizó que el hábito de domar da al rostro de los escultores un aire de triunfo y rebeldía.
Y añadió seguidamente: “Engrandece la simple capacidad de admirar lo grande, cuanto más el moldearlo, el acariciarlo, el ponerle alas, el sacar del espíritu en idea lo que a brazos, a miradas profundas, a golpes de cariño ha de ir encorvando y encendiendo el mármol y el bronce.”
El 16 de julio de 1876, en la revista Universal, de México, José Martí publicó un trabajo en el que destacó la fructífera labor del artista francés Francisco Dumaine. Ese artículo lo elaboró en ocasión de haber ocurrido el fallecimiento de ese maestro de la Academia azteca de San Carlos.
Martí en la parte inicial del citado trabajo hizo referencia a las cualidades muy especiales que confluyen en la acción de un escultor y lo catalogó como un combate diario con la inercia resistente de la piedra.
Sobre Dumaine, autor del grupo Las Huérfanas, afirmó que sentía el mármol como los buenos pintores sienten el color y añadió de inmediato: “Dumaine ha sabido reflejar en la piedra la soledad y la amargura; sus Huérfanas enamoran los ojos del alma y del cuerpo, sorprenden por su corrección de dibujo y entristecen por la doliente verdad de su expresión”.
También lo consideró como expresión de la lucha del sentimiento animado golpeando rudamente la materia sin animación y como esa imposición del alma bella a los rigores sordos de la masa ruda.
Martí lo calificó de estudioso, original, correcto y delicado y más adelante comentó en relación con los sentimientos de Dumaine, y se refirió a lo que él había experimentado al poder concluir alguna obra.
Patentizó: “Y ¡qué placer con la victoria! Y ¡qué victoria esta humana de crear un hijo bello en las informes y duras masas de la tierra!”
Cuando escribió este trabajo Martí contaba tan sólo 23 años. Como se puede apreciar ya era capaz de reflexionar con profundidad sobre la labor y la tenacidad de un artista, en este caso un escultor, e interrelacionar su motivación con la vida.
Precisamente en forma metafórica al resumir el acto de creación en sí, llegó a manifestar: “En ese combate aparentemente inútil ¡qué grandezas de la perseverancia, qué burlas a la muerte, y qué fecundidades y solicitudes de amor!”. “Es muy difícil esta laboriosa vivicación de lo insensible.”
Y agregó en sus reflexiones sobre el empeño de los creadores de transformar algo material en una obra de arte: “Debe ser inmensa, y fiera, y soberbia en sus sacudimientos íntimos, el alma de los escultores”
Martí en otras ocasiones también hizo referencia a la trascendencia y características de las obras realizadas por distintos creadores en varias manifestaciones artísticas. Y no es de extrañar que un hombre tan sensible como él fuera capaz de expresar valoraciones muy significativas en torno al trabajo de artistas e incluso expusiera criterios de gran relevancia sobre el arte como tal.
Él aseguró que el arte aviva, agranda y estimula el ojo, y ennoblece, da percepción fácil y ansias de toda cultura. Igualmente Martí resaltó que el arte es una idealización de la realidad, es la forma de lo divino y la revelación de lo extraordinario y que es una forma de la armonía. Para Martí el arte, como la literatura, ni se improvisa ni se trasplanta, ni trasplantado, da buen fruto y añadió que para ser poderoso ha de ser genuino.
Patentizó, además, en un comentario sobre la obra Alba de Cuba, de Rafael de la Cova, publicado en el periódico Patria, en Nueva York, el 12 de agosto de 1893, que el arte afirma los sentimientos que expresa, los cuales crecen en el alma, “de tenerlos siempre delante de los ojos en una forma hermosa”.
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