José Martí y sus apreciaciones sobre manifestaciones artísticas
16 de octubre de 2015
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En varios trabajos que publicó en distintos periódicos y revistas, y en diferentes etapas de su existencia, José Martí comentó acerca de manifestaciones artísticas, de manera muy especial en relación con la música, el teatro y la pintura.
En una crónica reflejada en la Revista Universal, de México, el 25 de mayo de 1875, en la que hizo referencia a la destacada presentación del violinista y compositor cubano José White, en la capital mexicana, no solo resaltó las cualidades y sensibilidad de este artista, sino que también ofreció una serie de consideraciones significativas en relación con la música a la que calificó como una lengua espléndida, que vibra en las cuerdas de la melodía y se habla con los movimientos del corazón.
Precisó, además, que la música es como una promesa de ventura, como una vislumbre de certeza, como prenda de claridad y plenitud.
Expresó que el color tiene límites; la palabra, labios; la música, cielo y que lo verdadero es lo que no termina; y añadió que la música “está perpetuamente palpitando en el espacio”.
José Martí no fue músico, ni tampoco lo que en la actualidad pudiéramos calificar como un musicólogo. No obstante, como hombre de gran sensibilidad, pudo aquilatar y expresar la trascendencia de la música, asimismo destacó la labor de músicos y compositores.
En el trabajo publicado en la Revista Universal, al referirse específicamente a la música como el hombre escapado de sí mismo llegó a detallar: “es el ansia de ilimite surgido de lo limitado y de lo estrecho: es la armonía necesaria, anuncio de la armonía constante y venidera”.
Con respecto a otra manifestación artística, el apóstol definió, según lo reflejado en el artículo titulado “Una visita a la Exposición de Bellas Artes” –publicado en la misma revista mexicana, el 31 de diciembre de 1875– que en pintura no existe lo sencillo; el primer grado es lo bello; el grado inmediato es lo sublime.
Cinco años más tarde en otro de sus trabajos periodísticos, “La quincuagésima quinta exhibición de la Academia Nacional de Dibujo”, reflejado en The Hour, en Nueva York, en 1880, planteó que el arte de pintar tiene dos guías principales: la imaginación y la inteligencia. Y agregó seguidamente: “De la inteligencia nace la escuela clásica; de la imaginación, la romántica”.
Martí también destacó que el que pinta igual que todo el mundo caerá pronto en el olvido y que el que obrase teniendo en cuenta su propia inteligencia e imaginación y lo hace bien, perdurará ya que habrá sido original.
No solo se refirió en términos generales sobre la música y la pintura, sino que también valoró en forma certera presentaciones de destacados creadores en el campo musical, así como las obras de determinados pintores en específico.
Por ejemplo, una reflexión significativa sobre la labor de los pintores y la trascendencia de un cuadro, la reflejó en el trabajo que hiciera sobre la exhibición de pinturas del ruso Vasili Vasilievich Vereschagin.
En dicho trabajo –publicado en La Nación, de Buenos Aires, el 3 de marzo de 1889–, expuso: “El alma ha de quemar, para que la mano pinte bien.”
Y agregó: “Un cuadro no debe echar de sí por su estrechez a los seres que en él tienen vida; debe dilatar el espacio para que se destaquen de él; debe dar techumbre de cielo a sus paisajes; extensión relativa al número
y tamaño de las figuras que en el cuadro se crean. Sea incorrecto el detalle; pero sea armónico el conjunto”.
Igualmente reflexionó en torno a las motivaciones que podía o debía tener un pintor para realizar el acto de creación a cabalidad. Precisamente en su trabajo “Una visita a la Exposición de Bellas Artes”, señaló que un pintor demasiado humano no podía concebir ni ejecutar bien una figura que no está probablemente en su corazón, y que no está seguramente en la atmósfera que respira, en la sociedad en que se mueve, en las necesidades por completo distintas de la vida actual.
El Maestro también opinó sobre el teatro acerca del cual enfatizó que derrama su influencia en los que, necesitados de esparcimiento, acuden a él. Señaló, además, que el teatro ha de ser siempre, para valer y permanecer, el reflejo de la época en que se produce, e hizo referencia a las impresiones que sintiera al presenciar varias obras de distintos dramaturgos.
El 21 de junio de 1879 en el Liceo Artístico y Literario de Guanabacoa José Martí pronunció un discurso acerca de José Echegaray. Esa intervención no se conserva íntegra y solo aparecen en el tomo 15 de sus Obras Completas varios fragmentos.
También en unos trabajos que publicó en 1875 en la Revista Universal, comentó en torno a obras de este creador. Precisamente, sobre la titulada “La esposa del vengador” expresó que el drama presentaba un argumento nuevo, grandiosamente concebido, sonoramente rimado, dispuesto con más osadía que práctica y pensado y hablado con gran fuerza de creación y atrevimiento.
Añadió seguidamente que tenía “defectos graves y también bellezas a raudal”. Consideró que los defectos eran de artificio, de disposición y que aún en ellos no se encontraba nada vulgar. También se refirió a cómo se desarrollaba la obra formada por tres actos. Explicó que el drama descansaba en la pérdida de la vista de la protagonista y el desenlace estaba asociado con la recuperación de su visión.
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Comentarios
Señores Radio Habana, muy ilustrativos los artículos sobre el más grande de América, el cubano José Martí, felicitaciones. No obstante no se le da crédito a los pintores que acompañan el texto. Fraterno abrazo desde Bogotá