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José Martí y su labor como periodista en Venezuela

26 de julio de 2021

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Detalle del monumento Bolívar y Martí en que se leen las palabras que escribió a Fausto Teodoro de Aldrey. Foto: Miozotis Fabelo Pinares

Detalle del monumento Bolívar y Martí en que se leen las palabras que escribió a Fausto Teodoro de Aldrey. Foto: Miozotis Fabelo Pinares

 

En enero de 1881 procedente de Nueva York José Martí llegó a Venezuela, tercer país de América Latina donde residió.

Ya en México había trabajado en forma activa como periodista  entre 1875 y 1876.

En Guatemala en el período comprendido entre abril de 1877 y durante el primer semestre del año siguiente escribió algunos trabajos e incluso intentó fundar una revista, cosa que no pudo lograr en ese momento.

También en 1880 en Nueva York él había colaborado con varias publicaciones estadounidenses, incluso publicó algunos trabajos que escribió en inglés.

En 1881 en la capital venezolana logra entrar en contacto con  Fausto Teodoro de Aldrey, propietario y director de La Opinión Nacional, de Caracas.

Teodoro de Aldrey era natural de Islas Canarias y llevaba muchos años residiendo en Venezuela.

La Opinión Nacional era un diario de Caracas considerado como el primer periódico moderno del país sudamericano. Incluso contaba con numerosos colaboradores en diferentes partes de América y del mundo.

En ese vespertino caraqueño Martí tiene la posibilidad de poner de manifiesto sus grandes condiciones como periodista.

Durante su estancia en el país suramericano Martí igualmente pudo con el apoyo de la dirección de La Opinión Nacional de Caracas hacer realidad el sueño que tenía de fundar, y dirigir, una revista que tendría una frecuencia quincenal.

El primero de julio de 1881 salió el primer número de la Revista Venezolana que  tuvo como objetivo esencial la defensa  de la historia y la cultura de este pueblo latinoamericano y desechó todo lo vanal.

En el segundo número, que circuló el 15 de julio, Martí comentó como había sido acogida la primera edición de la citada revista al señalar que fervorosas palabras de simpatía por una parte y naturales muestras de extrañeza por la otra, saludaron la aparición del número inicial y agregó que todo nuevo viajero halla pródigo sol que lo caliente, y ramas que le azoten el rostro en el camino.

Seguidamente detalló que agradecía las demostraciones de ardoroso afecto que la Revista Venezolana había recibido y añadió que seguro de sí mismo, por enamorado, por trabajador y por sincero, ni con las alabanzas se ofusca, ni ante interesados juicios ceja.

Y agregó: “La obra de amor ha hallado siempre muchos enemigos.”

Martí reflejó en este segundo número de la Revista Venezolana en la cual se pone de manifiesto en forma elocuente el carácter que le atribuyó a la citada publicación.

Martí precisó al respecto: “La sinceridad: he aquí su fuerza. El estudio: he aquí su medio. Y un derecho solo recaba para sí: su derecho a lo grande.”

Martí expresó además que es fuerza convidar a las letras a que vengan a andar la vía patriótica, de brazo de la historia y concluyó esa reflexión con el siguiente planteamiento: “Es fuerza, en suma, ante la obra gigantesca, ahogar el personal hervor, y hacer la obra.”

La Revista Venezolana fue realmente un proyecto cultural de incalculable valor que lamentablemente no tuvo una consecuente continuidad porque después de la salida del segundo número Martí se vio obligado a salir abruptamente de Venezuela.

Esto  guardó relación con un trabajo  que Martí incluyo en esa segunda edición de la revista en el que hizo referencia al recientemente fallecido Cecilio Acosta, intelectual democrático-burgués contrario al pensamiento del entonces presidente venezolano  Antonio Guzmán Blanco.

Martí señaló: “Ha muerto un justo: Cecilio Acosta ha muerto. Llorarlo fuera poco. Estudiar sus virtudes e imitarlas es el único homenaje grato a las grandes naturalezas y digno de ellas. Trabajó en hacer hombres; se le dará gozo con serlo”.

También manifestó que en su lenguaje tenía la precisión de la lengua inglesa, la elegancia de la italiana y la majestad de la española.

Y precisó: “Amó, supo y creó. Limpió de obstáculos la vía. Puso luces. Vio por sí mismo. Señaló nuevos rumbos. Le sedujo lo bello; le enamoró lo perfecto; se consagró a lo útil”.

Martí expuso que era un ser que iba a pie por el mundo “defendiendo a indígenas, amparando a pobres, arropando en su virtud más que sus escasas ropas, puro como un copo de nieve, inmaculado como vellón de cabritilla no nacido”.

Y de su humildad destacó: “Unos van enseñándose, para que sepan de ellos; y él escondiéndose, para que no le vean. Su modestia no es hipócrita, sino pudorosa.”

Planteó que pudo pasearse, como quien pasea con lo propio, con túnica de apóstol y seguidamente aseguró: “Los que lo vieron en vida le veneran; los que asistieron a su muerte, se Y tras estremecen. Su patria, como su hija, debe estar sin consuelo; grande ha sido la amargura de los extraños; grande ha de ser la suya. ¡Y cuando él alzó el vuelo, tenía limpia las alas!”,

Los valoraciones de Martí con respecto a Acosta provocaron la reacción airada de Guzmán Blanco, quién decretó prohibir la revista y desterrar a su director.

 

Fausto Teodoro de Aldrey

Fausto Teodoro de Aldrey

Varios días después antes de su salida de Venezuela Martí en una parte de su breve y emotiva carta al propietario y director de la Opinión Nacional de Caracas, Fausto Teodoro de Aldrey , fechada el 27 de julio de 1881, le expresó:  “De América soy hijo: a ella me debo. Y de la América, a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me consagro, ésta es la cuna; ni hay para labios dulces, copa amarga; ni el áspid muerde en pechos varoniles; ni de cuna reniegan hijos fieles. Deme Venezuela en que servirla: ella tiene en mi un hijo.”

Con posterioridad, tras establecerse nuevamente en Nueva York, desde esta ciudad estadounidense Martí continúa sus vínculos durante algún tiempo con la Opinión Nacional de Caracas.

Martí elaboró diversos  trabajos que fueron reflejados en esa publicación venezolana.

Una parte de estos trabajos, en 1881, reflejaron un tema de candente actualidad en Estados Unidos: el atentado contra el presidente James Garfield, y después el juicio que se le siguió al que había realizado esa acción.

Martí no sólo trató sobre el hecho en sí sino que analizó cuestiones relacionadas con la política estadounidense. Apreció y comentó sobre ciertos aspectos turbios de los grupos de poder en ese país.

Precisamente en la primera crónica escrita por Martí , publicada en La Opinión Nacional de Caracas, el 5 de septiembre de 1881, señaló al referirse a lo que podía haber más allá del que había perpetrado el ataque:  “Más, ¿quién sabe cuántos empujan la mano que al fin cae sobre la víctima? ¿quién sabe qué misteriosos y grandes cómplices tendrá este hombre, de cuya complicidad ni él mismo sospecha? ¿qué lazo singular ha venido a unir, a un mismo tiempo, el resultado de los insanos y desmesurados apetitos del asesino, y el interés de un partido político, que con la vida y actos de Garfield no tenía ya esperanza alguna de existencia?”

E igualmente planteó las siguientes interrogantes:  “¿Qué sutil veneno no se habrá tal vez vertido por hábiles manos en el espíritu de este criminal, conocido y servidor de todos aquellos en quienes caería irremediablemente la herencia del poder, si muere Garfield?”.

Entre el 5 de septiembre y el 27 de diciembre de 1881 en 14 de sus trabajos Martí trató sobre el atentado y la agonía y muerte del presidente Garfield y el proceso judicial a su asesino. Incluso las últimas cuatro crónicas en ese año fueron íntegramente dedicadas a este asunto. Y Martí lo hizo con singular maestría, con narraciones significativas e incluso con el empleo de diálogos, todo lo cual puso de manifiesto sus cualidades como periodista.

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