José Martí y el poema titulado Yugo y Estrella
17 de julio de 2015
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En uno de sus Versos Libres, en el poema titulado Yugo y Estrella, José Martí expuso consideraciones acerca de la alternativa que tenían los seres humanos al asumir una actitud digna o sumisa, respectivamente.
En esta obra él detalló en su parte inicial:
Cuando nací, sin sol, mi madre dijo:
“Flor de mi seno, Homagno generoso,
De mí y de la Creación suma y reflejo,
Pez que en ave y corcel y hombre se torna,
Mira estas dos, que con dolor te brindo,
Insignias de la vida: ve y escoge.
Planteó que el que se decidiera por el yugo podía gozar pero haría de manso buey y como prestaría servicio a los señores dormiría en paja caliente y tendría rica y ancha avena.
Y añadió al hacer referencia a lo que significaba elegir la estrella:
Esta, oh misterio que de mí naciste
Cual la cumbre nació de la montaña,
Esta, que alumbra y mata, es una estrella.
Martí resaltó que el que asumiera la estrella debía tener en cuenta que como ésta riega luz, los pecadores huirían de quien la llevase y en la vida todo el que llevara luz podía quedarse solo.
Manifestó, de inmediato, en este simbólico poema, al establecer un paralelismo entre las dos posturas:
Pero el hombre que al buey sin pena imita,
Buey torna a ser, y en apagado bruto
La escala universal de nuevo empieza,
El que la estrella sin temor se ciñe,
Como que crea, ¡crece!
Martí hizo una reflexión en torno a la actitud a asumir por quien deseaba realmente encarar los retos de la vida y a la vez servir, metafóricamente hablando, como guía al iluminar con el brillo de la estrella.
¡Cuando al mundo
De su copa el licor vació ya el vivo;
Cuando, para manjar de la sangrienta
Fiesta humana, sacó contento y grave
Su propio corazón; cuando a los vientos
De norte y Sur virtió su voz sagrada,
La estrella como un manto, en luz lo envuelve,
Se enciende, como a fiesta, el aire claro,
Y el vivo que a vivir no tuvo miedo,
Se oye que un paso más sube en la sombra.!
Consecuente con lo que había manifestado tanto en este poema como en otras obras, así como en cartas, trabajos periodísticos y en discursos, José Martí desenvolvió su existencia y supo asumir y desafiar todos los riesgos que conllevaba actuar en plena correspondencia con un sentido del deber y a favor de la causa de la independencia de su tierra natal.
Por ejemplo en la carta que le escribió a su querida madre, el 15 de mayo de 1894, fue capaz de expresarle con singular sencillez y a la vez con gran determinación: “Pero mientras haya obra qué hacer, un hombre entero no tiene derecho a reposar. Preste cada hombre, sin que nadie lo regañe, el servicio que lleve en sí.”
Y agregó en la citada misiva al referirse a su propia vida: “Mi porvenir es como la luz del carbón blanco, que se quema él, para iluminar alrededor. Siento que jamás acabarán mis luchas.”
José Martí desechó el yugo y asimiló la estrella para trabajar en la reorganización de lo que él catalogó como la Guerra Necesaria.
Y tras haber logrado que en Cuba nuevamente se combatiese en aras de alcanzar la independencia, apreció que su deber era estar allí donde se desarrollaban los enfrentamientos con los soldados españoles, para seguir siendo consecuente con lo que proclamara acerca del cumplimiento del deber y el sacrificio.
Sobre esto igualmente se refirió en emotivas cartas que escribió a amigos y cercanos colaboradores en los meses de marzo y abril de 1895.
Al dominicano Federico Henríquez y Carvajal le aseguró el 25 de marzo de ese año: “Para mí la patria, no será nunca triunfo, sino agonía y deber.”
Y tras plantearle que quién piensa en sí, no ama la patria, le expresó: “De mí espere la deposición absoluta y continúa.´”
En similar día y año en carta dirigida a Leonor Pérez Cabrera, su querida madre, Martí también señalaría: “El deber de un hombre está allí donde es más útil”
Tras hallarse en Cuba, en una de las cartas que escribiera, en este caso la dirigida el 16 de abril de 1895 a Carmen Miyares de Mantilla y a sus hijos, puso de manifiesto lo que sentía: “Es muy grande, Carmita, mi felicidad, sin ilusión alguna de mis sentidos, ni pensamiento excesivo en mí propio, ni alegría egoísta y pueril, puedo decirte que llegué al fin a mi plena naturaleza, y que el honor que en mis paisanos veo, en la naturaleza que nuestro valor nos da derecho, me embriagaba de dicha, con dulce embriaguez. Sólo la luz es comparable a mi felicidad.”
En los campos de Cuba, donde cayó el 19 de mayo de 1895, José Martí portaba, en forma simbólica, la estrella que irradiaba luz y acerca de la cual había hecho referencia en su Verso Libre titulado Yugo y Estrella:
Dame el yugo, oh mi madre, de manera
Que puesto en él de pie, luzca en mi frente
Mejor la estrella que ilumina y mata.
Con respecto al contenido de este poema de José Martí, el doctor Armando Hart en un trabajo titulado Ese mundo mejor es posible, si luchamos por él.
reflejado en la revista Honda No. 13, en el año 2005, señaló. “La vieja idea de que el hombre nace bueno y se hace malo quedó atrás, definitivamente, después de los grandes descubrimientos de Darwin. El hombre nace con posibilidades de ser bueno, de ser mejor, y la evolución natural nos dio la oportunidad de un ascenso superior en un camino de millones de años.
Martí en su memorable poema “Yugo y estrella” expresa con belleza poética y rigor científico. Estos versos memorables dejan el alma en suspenso y asumimos lo que objetivamente somos: piezas de una larga evolución. Se llega, en medio de nuestra insignificancia individual, a sentir como deber sagrado el de continuar luchando por un paso de avance en la historia social del hombre.”
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