José Martí y el Partido Revolucionario Cubano
5 de enero de 2018
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José Martí consideró que los partidos políticos que han de durar; los partidos que arrancan de la conciencia pública; los partidos que vienen a ser el molde visible del alma de un pueblo, y su brazo y su voz; los partidos que no tienen por objeto el beneficio de un hombre interesado, o de un grupo de hombres –no se han de organizar con la prisa indigna y artificiosa del interés personal.
En tal sentido tuvo esto en cuenta al concebir crear el Partido Revolucionario Cubano.
Aplicó una estrategia correcta que contempló que como paso previo y fundamental antes de la proclamación oficial del Partido, los integrantes de los clubs patrióticos analizaran y aprobaran las bases y estatutos secretos que él redactó en los días finales de 1891 cuando llegó a Cayo Hueso en los Estados Unidos de América, invitado por el Comité de Obreros presidido por Ángel Peláez.
José Martí concibió así realizar ese proceso ordenado y democrático que culminó varios meses después cuando se pudo efectuar la proclamación oficial de ese Partido que agrupó a patriotas cubanos interesados en llevar adelante la guerra por la independencia de su tierra natal y contribuir a la de Puerto Rico.
Fue el 5 de enero de 1892 cuando por primera vez en este caso en Cayo Hueso que se discutieron y aprobaron las bases y estatutos secretos del Partido.
En el artículo primero de las bases se hizo constar que el Partido Revolucionario Cubano se constituía para lograr con los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de la isla de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico.
También con respecto a la guerra que se debía organizar con vistas a alcanzar la independencia de Cuba se precisó en el artículo dos de las citadas bases: “El Partido Revolucionario Cubano no tiene por objeto precipitar inconsideradamente la guerra en Cuba, ni lanzar a toda costa al país a un movimiento mal dispuesto y discorde, sino ordenar, de acuerdo con cuantos elementos vivos y honrados se le unan, una guerra generosa y breve, encaminada a asegurar en la paz y el trabajo la felicidad de los habitantes de la isla.”
En total son nueve los artículos que conformaban las bases en los que se precisó además que esta organización reuniría los elementos revolucionarios existentes y trataría de captar, sin compromisos inmorales con pueblo u hombre alguno, cuantos elementos nuevos pueda, a fin de fundar en Cuba por una guerra de espíritu y métodos republicanos, una nación capaz de asegurar la dicha durable de sus hijos y de cumplir, en la vida histórica del continente los deberes difíciles que su situación geográfica le señala.
En el artículo 4 se detalló como debía ser la República que se estableciese una vez alcanzada la independencia de Cuba.
Se detalló: “El Partido Revolucionario Cubano no se propone perpetuar en la República Cubana, con formas nuevas o con alteraciones más aparentes que esenciales, el espíritu autoritario y la composición burocrática de la colonia, sino fundar en el ejercicio franco y cordial de las capacidades legítimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer, por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud.”
Los estatutos secretos del Partido Revolucionario Cubano definieron las características de la organización, los deberes de las asociaciones, del Cuerpo de Consejo, del delegado y del tesorero, así como establecieron el procedimiento para cubrir una vacante en alguno de los cuerpos de dirección y otros asuntos básicos para el normal funcionamiento del propio partido.
Luego de la aprobación inicial el cinco de enero de 1892 en Cayo Hueso de las bases y estatutos secretos del Partido Revolucionario Cubano, fueron circulados estos documentos por otras ciudades norteamericanas para ser sometidos a consulta y ratificación por diversas agrupaciones de patriotas cubanos.
Y varios meses después primero el 8 de abril de 1892 se eligieron los dirigentes de la organización, Martí en forma específica resultó electo como Delegado, máxima responsabilidad, y el día 10 en Nueva York se realizó la proclamación oficial del Partido Revolucionario Cubano.
El 16 de abril, en el periódico “Patria” se publicó un trabajo de Martí en el que se refirió a la trascendencia de este hecho.
Resaltó que para salvar a las islas de peligros se fundaba el Partido Revolucionario Cubano y no para aumentarlos y agregó: “Para el servicio desinteresado y heroico de la independencia de Cuba y Puerto Rico se funda, de arranque unánime y propio el Partido Revolucionario Cubano, y no para la obra fea y secreta de allegarse simpatías por pagos y repartos de autoridad o de dineros.”
Igualmente precisó que para la obra común se fundaba el partido, y lo catalogó como de las almas magnánimas y limpias.
Aseguró, además, que de pie, la emigración entera, proclamó el 10 de abril “su voluntad de ordenar en bien de Cuba, con todos los factores honrados, las fuerzas necesarias para acelerar la independencia de Cuba y Puerto Rico, en acuerdo con los principios de las Bases, y los métodos de los Estatutos del Partido Revolucionario Cubano.”
Seguidamente comentó que bello era ver alzarse en una sola idea, de entusiasmo y prudencia a la vez, a un pueblo de orígenes diversos y composición difícil, “en la hora suprema en que se requieren juntamente la prudencia y el entusiasmo.”
Añadió que resultaba bello ver nacer “un partido de revolución el día mismo en que se proclamó la constitución democrática de la república.”
Martí recordó que precisamente la proclamación oficial del Partido Revolucionario Cubano había tenido lugar en fecha similar al momento en que en 1869 los luchadores cubanos se reunieron en el poblado de Guáimaro para discutir y aprobar la primera constitución vigente en Cuba durante la guerra por la independencia.
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