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José Martí: valoraciones sobre el venezolano Cecilio Acosta

21 de julio de 2022

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José Martí logró en el mes de julio de 1881 crear una publicación en Caracas que identificó con el nombre de Revista Venezolana. Martí había llegado a Venezuela en la etapa inicial del año 1881. Poco tiempo después pudo relacionarse con Fausto Teodoro de Aldrey, quién era el propietario y director de La Opinión Nacional de Caracas.

Empezó a escribir para ese periódico pero también deseó contar con una publicación como había anhelado desde su estancia en Guatemala entre 1877 y 1878. Para materializar ese sueño contó con el apoyo de Fausto Teodoro de Aldrey.

El primero de julio de 1881 circuló el primer número de la Revista Venezolana y posteriormente el día 15 de ese mes la segunda y última edición. Martí, en ese segundo número, publicó un panegírico sobre Cecilio Acosta, político liberal, escritor, periodista, abogado, filósofo y humanista, quién había fallecido 8 de julio de 1881. Acosta era un opositor del gobernante venezolano Antonio Guzmán Blanco.

Los elogios de Martí dedicados a Acosta provocaron una reacción airada de Guzmán Blanco, quién decidió prohibir la revista y desterrar a su director.

En su trabajo Martí señaló: “Ha muerto un justo: Cecilio Acosta ha muerto. Llorarlo fuera poco. Estudiar sus virtudes e imitarlas es el único homenaje grato a las grandes naturalezas y digno de ellas. Trabajó en hacer hombres; se le dará gozo con serlo. ¡Qué desconsuelo ver morir, en lo más recio de la faena, a tan gran trabajador!”.

Especificó que negó muchas veces su defensa a los poderosos no así a los débiles y necesitados. Igualmente resaltó: “Cuando tenía que dar, lo daba todo; y cuando nada ya tenía, daba amor y libros.”

Comentó que su grandeza estaba en su saber enciclopédico y precisó que allá en un rincón de su alcoba húmeda se enseñaban, como auxiliadores de memoria, voluminosos diccionarios; mas todo estaba en él. Y aseguró que era su mente como ordenada y vasta librería donde estuvieran por clases los asuntos, y en anaquel fijo los libros, y a la mano la página precisa.

Martí calificó a Cecilio Acosta como un grande hombre práctico y expresó que se dio al estudio del derecho que asegura a los pueblos y refrena a los hombres. En tal sentido especificó que más que del Derecho Civil, personal y sencillo, gustaba del derecho de las naciones, general y grandioso y que como la pena injusta le exasperaba se dio al estudio asiduo del Derecho Penal para hacer bien.

Con respecto a las características de lo expuesto en los documentos y trabajos que elaboró manifestó que no escribió frases que no fuese sentencia, ni adjetivos que no fuese resumen, ni opinión que no fuese texto.

Y añadió: “Se gusta como un manjar aquel estilo, y asombra aquella naturalísima manera de dar casa a lo absoluto y forma visible a lo ideal, y de hacer inocente y amable lo grande.”

Martí igualmente planteó que las palabras vulgares se embellecían en sus labios por el modo de emplearlas. Comentó que otros van por la vida a caballo, entrando por el estribo de plata la fuerte bota, cargada de ancha espuela, y que él iba a pie defendiendo a indígenas, amparando a pobres, arropando en su virtud más que en sus escasas ropas, puro como un copo de nieve, inmaculado como vellón de cabritillo no nacido.

También Martí se refirió a las características físicas del rostro de Cecilio Acosta y apuntó: “Su frente era una bóveda; sus ojos, luz ingenua; su boca, una sonrisa.” Significó que descuidaba el traje externo porque daba todo su celo al interior y que el calor y abundancia y lujo de su alma eran más caros que el abrigo que le cubría el cuerpo.

Señaló además que era “hombre de discusión” pero no de polémica estéril y deshonrosa con quién no ama la libertad, ni lleva puesto el manto del decoro.

Para Martí, a Cecilio Acosta le sedujo lo bello, le enamoró lo perfecto y se consagró a lo útil. En la parte final de su trabajo Martí resumió el significado de la vida y la obra de ese prestigioso político e intelectual venezolano recién fallecido.

Aseguró: “Pudo pasearse, como quien pasea con lo propio, con túnica de apóstol. Los que le vieron en vida, le veneran; los que asistieron a su muerte, se estremecen. Su patria, como su hija, debe estar sin consuelo; grande ha sido la amargura de los extraños; grande ha de ser la suya. ¡Y cuando él alzó el vuelo, tenía limpias las alas!

La publicación de ese trabajo en la segunda edición de la Revista Venezolana, reitero, provocó la salida de Martí de la capital venezolana. Antes de marcharse de ese país en una carta dirigida a Fausto Teodoro de Aldrey, fechada el 27 de julio de 1881, Martí ratificó su amor y respeto por América y por Venezuela en específico.

Expresó en la citada misiva: “De América soy hijo: a ella me debo. Y de la América, a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me consagro, esta es la cuna; ni hay para labios dulces, copa amarga; ni el áspid muerde en pechos varoniles; ni de cuna reniegan hijos fieles. Deme Venezuela en que servirla: ella tiene en mí un hijo.”

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