José Martí: su llegada, estadía y vivencias significativas en México
23 de enero de 2015
|José Martí tuvo su primer gran encuentro con tierras de América Latina, más allá del sitio donde había nacido, por supuesto, cuando llegó a México el 8 de febrero de 1875.
Arribó al territorio mexicano en un vapor a través del puerto de Veracruz y de ahí siguió en tren hacia la capital.
Al llegar, precisamente, dos días más tarde a Ciudad México fue recibido por su padre, Mariano, quién estaba acompañado de Manuel Mercado, entonces Secretario del Distrito, quién era vecino suyo.
Decisiva fue la ayuda que en días posteriores le brindó Mercado al joven Martí que entonces recién había acabado de cumplir 22 años.
Fue Mercado quién lo vinculó con la Revista Universal, importante publicación con la que Martí empezó primero a colaborar y después laboró hasta finales de 1876.
En este diario publicó además de poemas una gran cantidad de trabajos acerca de distintos temas.
En varios de los materiales que reflejara en la citada publicación expuso consideraciones muy significativas en torno a presentaciones de músicos, así como de la actividad teatral en México.
Con respecto a esto publicó una serie de reseñas reflejadas entre el 9 de junio de 1875 y el 31 de octubre de 1876 con el título genérico de Correo de los teatros.
En la primera crónica expresó: “No es el correo de teatros lugar donde quepan más que consideraciones sencillas y ligeras; pero no hemos de hacer crónica de la función, sin decir antes cuánto es triste que, existiendo en número tan considerable los obreros en la capital, no hayan cumplido con su deber llevando su óbulo modesto y la buena voluntad de su
asistencia a la función que tenía por objeto recoger fondos para atender a las necesidades de los enérgicos artesanos que antes han preferido toda clase de privaciones que ceder a exigencias reprochables, abusivas de la desventurada condición de los obreros.”
En ese trabajo Martí hizo un análisis de la presentación ante el público mexicano de la joven actriz cubana Eloisa Agüero de Osorio en una función en el teatro Nacional.
Dicha presentación tenía por finalidad contribuir a recaudar fondos para los obreros que producían sombreros que estaban en huelga. En su reseña se refirió a la actuación de la actriz y señaló que tuvo el campo preciso para hacer conocer sus naturales y bien educadas facultades.
Martí también comentó que ella tenía en sus ademanes gallardía y nobleza y que empleaba sus hermosos ojos con imperio o gracia naturales. Y al resumir la proyección escénica de la joven actriz cubana, manifestó: “En suma, precisión en el decir, acción elegante, maestría visible, figura esbelta y simpática, ojos inteligentes y hermosos: -tal es la nueva actriz que se presenta a nuestro público y tales condiciones se han revelado en ella, a pesar de la triste impresión que debió hacer en su ánimo, presentarse ante un teatro vacío, en el que por fortuna hubo algunas personas capaces de estimar su indudable valer.”
En México además de su labor como periodista, Martí realiza una gran actividad cultural. El 22 de marzo de 1875, por ejemplo, fue aceptada su postulación como socio del liceo Hidalgo.
El 19 de diciembre del propio año se estrena en el teatro Principal de la capital mexicana su obra Amor con amor se paga, mientras que el 28 de enero de 1876 participa en la fundación de la Sociedad Alarcón, junto a otros autores y críticos de teatro.
En marzo de ese año participa en el primer congreso obrero mexicano al representar a la Sociedad Esperanza de empleados.
Pero poco tiempo después, en mayo sufre una recaída en su salud, sensiblemente afectada desde tuvo que enfrentarse en 1870 a los rigores del presidio político y la realización de trabajo forzado en Cuba.
En noviembre de 1876 en México ocurre algo que no sólo conmociona al país sino que también gravita en la vida de Martí. El país se había convulsionado desde el punto de vista político. Elementos reaccionarios se habían apoderado del gobierno. Deja entonces de publicarse la Revista Universal y Martí toma la decisión de marcharse de México antes que ponerse al servicio del dictador Porfirio Díaz.
Pero antes de hacerlo publica en el periódico El Federalista, el 16 de diciembre de 1876, un trabajo titulado Extranjero en el cual hace un análisis de su estancia en México y explica por qué se marchaba.
Señaló: “No reclamé ciudadanía cuando ella me hubiera servido para lisonjear mejor al poderoso; no hablé de amor a México cuando la gratitud hubiera parecido servil halago y humillante súplica; ahora que de él me alejo; ahora que de él nada espero; ahora que el olvido de las más sagradas leyes suspende una amenaza sobre el que no ha de aprovechar ni hacer
valer nunca estas desgracias porque NO se queda en México para aguardar días de provecho; ahora, yo reclamo mi parte, me ingiero en estas penas, naturalizo mi espíritu, traigo mi voluntad de hombre lastimada, mi dignidad de soberbia de conciencia. La conciencia es la ciudadanía del universo.”
Trece días después Martí abandona la capital mexicana donde según afirmara fue amado y levantado con destino a Veracruz, lugar donde el 2 de enero de 1877 abordó el vapor Ebro, en el cual viajó hacia La Habana en forma clandestina. Tenía el objetivo de preparar las condiciones en Cuba para el regreso de sus padres y hermanas.
Una vez hecho esto retornó a México para de ahí trasladarse hacia Guatemala, segundo país de América donde también residió durante algo más de un año y el cual le aportó igualmente otras importantes experiencias que contribuyeron en forma notable a su conocimiento y proyección latinoamericanista.
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No sabía que Martí había estado en Mexico y Guatemala.