José martí: el orgullo que sintió por las virtudes de su pueblo
12 de julio de 2021
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José Martí desarrolló su vida teniendo en cuenta principios esenciales que fuera capaz de plasmar en cartas dirigidas a familiares así como a amigos y colaboradores y también en trabajos periodísticos, discursos y en sus obras poéticas.
De manera esencial tuvo en cuenta y resaltó todo aquello que pudiera contribuir al desarrollo pleno de los seres humanos y de los pueblos en general, y entre las cuestiones que trató estuvo lo referido al hecho que se apreciase por los hombres y mujeres la trascendencia que tenía la virtud, la honradez, la generosidad y la solidaridad.
Precisamente él le atribuyó un papel determinante a los principios y con respecto a ello, por ejemplo, señaló en un trabajo titulado “El día de Juárez”, reflejado en el periódico Patria, en Nueva York, en la edición correspondiente al 14 de julio de 1894: “…un principio justo, desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército”.
Martí luchó igualmente en forma ardiente por hacer que prevaleciese la virtud, como algo esencial para el propio desarrollo de la vida.
Y aseguró que otros propagaran vicios, o los disimularan: “a nosotros nos gusta propagar virtudes” y seguidamente agregó que por lo que se oye y se ve entra en el corazón la confianza o la desconfianza.
Igualmente Martí se preocupó por la imagen que reflejaba su pueblo y se esforzó porque esta estuviera en correspondencia con aspectos morales de especial trascendencia.
En un trabajo, que publicó en el periódico Patria, el 30 de abril de 1892, hizo un análisis acerca de los diarios más solicitados en La Habana y señaló que las citadas publicaciones no ofrecían una visión integral ni adecuada del alma del pueblo cubano. Además manifestó que los lectores de dichas publicaciones sólo podían percibir una imagen negativa, ya que preferentemente se trataban temas relacionados con robos, vicios, ambiciones y otras cosas nefastas.
Más adelante, en el citado artículo, Martí puso un ejemplo de verdadero corazón de cubano al hacer referencia a una anciana llamada Carolina Rodríguez, que había perdido en la etapa inicial de la guerra por la independencia de Cuba a su familia y su hogar.
Destacó que ella vivía en un pequeño cuarto, y que parte del poco dinero que ganaba trabajando lo empleaba en hacer obras caritativas con algunos cubanos que se hallaban presos o enfermos. Comentó también que, a pesar de sus limitaciones económicas, daba aportes de vez en cuando a un club de carácter patriótico.
Y José Martí resaltó con estas palabras las cualidades de esta anciana que a su juicio representaba las virtudes y abnegación características del pueblo cubano: “Con ojos de centinela y entraña de madre vigila la cubana de setenta años por la libertad; adivina a sus enemigos, sabe donde están todos los cubanos que sufren, sale a trabajar para ellos, en la mañanita fría, arrebujada en su manta de lana.”
Y resumió de inmediato en una frase muy breve pero con gran simbolismo la emoción que lo embargaba ante ese ejemplo que serviría como fuente de motivación para él y otros patriotas en pos de seguir trabajando en aras de la causa independentista: “¡Esa es el alma de Cuba!”.
De las virtudes de su pueblo Martí trató en distintas ocasiones.
En tal sentido, a manera de ejemplo, cito lo que él señalara en un trabajo publicado también en Patria, en este caso el 7 de mayo de 1892, en el que aseguró que el cubano ama la gloria porque es capaz de ella: ama a los que pasean por el mundo la gloria de su patria.
Y sobre las características delos cubanos también expuso, en este caso, en el trabajo Persona y patria, publicado en el periódico Patria en su edición del primero de abril de 1893: “El cubano, indómito a veces por lujo de rebeldía, es tan áspero al despotismo como cortés con la razón. El cubano es independiente, moderado, altivo. Es su dueño, y no quiere dueños. Quién pretenda ensillarlo, será sacudido.”
Igualmente Martí aseguró en otro material publicado el 16 de febrero de 1894 en Patria con el título En el Cayo querido: “Cuba es pueblo que ama y cree, y goza en amar y creer.”
José Martí sintió un gran orgullo por saberse cubano, hijo de un pueblo virtuoso y como tal proclamó la necesidad de luchar en forma constante porque prevaleciese la virtud, la dignidad plena y otras cualidades que enaltecen y propician el desarrollo de los seres humanos en particular y de la humanidad en sentido general.
Para él algo muy esencial resultaba ser que el hombre virtuoso no sólo cultivara la virtud en sí, sino que faltaba a su deber el que “descansa mientras la virtud no haya triunfado entre los hombres.”
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