Jess Lazear
17 de agosto de 2022
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Desde 1881 nuestro compatriota el doctor Carlos Finlay había expuesto en público su teoría acerca de la propagación de la fiebre amarilla por conducto del mosquito culex, hoy conocido como Aedes aegipti.
Pero los allí presentes no tomaron en serio al Dr. Finlay y a la altura de 1898, la fiebre amarilla seguía siendo azote de los pueblos del trópico.
Finalizada la contienda entre Estados Unidos y España por la posesión de Cuba, se firmó el Tratado de París y el ejército norteamericano envió a Cuba una Comisión Médica Militar encabezada por Walter Reed e integrada además por los doctores James Carroll, Arístides Agramonte y Jesse Lazear.
Arribaron en junio de 1900, cuando los estragos de la epidemia causaban pavor entre las autoridades y la población. El primero de agosto se reunieron con el doctor Finlay, quien con sencillez extraordinaria puso en manos de los miembros de la Comisión los resultados de sus continuados desvelos. Y he aquí la sorpresa: ¡En aquel momento los médicos norteamericanos todavía desconocían, en absoluto, acerca de los hallazgos del sabio cubano!
Finlay les entregó una caja de cristal contentiva de huevos de mosquito y se iniciaron los ensayos para comprobar la veracidad de la teoría por él defendida. Se ofrecieron como voluntarios soldados norteamericanos, al igual que dos médicos, a quienes se les inoculó el germen trasmisor. Uno de ellos fue el doctor Jesse Lazear, procedente del John Hopkins Hospital, quien contaba 34 años.
Lazear se inoculó el 13 de septiembre de 1900. Sufrió un ataque severísimo de la enfermedad, con todos sus terribles síntomas y padecimientos, y murió 12 días después, en el Campamento de Columbia.
En los bolsillos de la bata se hallaron los apuntes suyos sobre los experimentos realizados en torno a la enfermedad y sus consideraciones al respecto, las cuales utilizó el escéptico doctor Reed en el curso de sus indagaciones posteriores. Se continuaron pues los experimentos con voluntarios, quienes vistieron las ropas de compatriotas fallecidos y durmieron en las camas de estos, sin que ninguno enfermara. Solo aquellos picados por el mosquito infectado contraían la enfermedad.
Por último, en febrero de 1901, a veinte años de los primeros pronunciamientos del doctor Finlay, aceptó la Comisión Médica Militar de Estados Unidos la exactitud de la propuesta de Finlay.
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