Inesperado, insólito, intenso y prolongado. Efectos sicológicos de la Covid
26 de abril de 2021
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Mucho se habla por este tiempo de los efectos psicológicos que está provocando la Covid, aún en los que hasta ahora se han librado de contraer el virus. La sensación de agobio se manifiesta de disímiles maneras, haciendo mella en los diferentes sectores etarios. Con el Dr. Doctor en ciencias psicológicas, Miguel Ángel Roca Perara, profesor Titular y Consultante de la Facultad de Psicología de la Universidad La Habana, dialogamos sobre el tema.
¿Por qué se percibe este tiempo de la pandemia como un periodo de una tensión psicológica generalizada?
En la vida hay muchos eventos que son estresantes. Estos pueden ser “normativos”, como cuando un niño entra a la escuela por primera vez; es normal, pero es estresante; casarse, es normal, pero es estresante. Así hay muchos acontecimientos que son normativos, son estresantes, pero son esperados, con lo cual las personas lo pueden afrontar mejor. Están los “no normativos”, los inesperados, como, por ejemplo, caerse y fracturarse una pierna o una enfermedad repentina. Pero hay eventos “no normativos” que tienen una magnitud mayor, un impacto mayor y que violentan la psiquis de las personas, su vida emocional. En alguna literatura se advierte que los eventos son más estresantes cuando son nuevos, súbitos e insólitos: todo lo cual ha acontecido con la Covid. Y además de nuevo, súbito e insólito, ha sido de gran magnitud, gran intensidad, y muy prolongado en el tiempo. A veces los eventos no hacen tanto daño por sí mismos como por el tiempo que se mantienen haciendo su efecto.
Doctor, a esto se le suma otra agravante, que no ha sido solo una emergencia local, sino global.
Hay un viejo refrán que dice que “mal de muchos, consuelo de tontos”, pero hay un apéndice que se le puede poner: “consuelo al fin”. De alguna manera hay que entender que no te ha afectado solo a ti, por tanto, no eres el único que puedes lamentarte. El problema es global y dentro de la universalidad, el problema que tú tienes, léase, en tu país, en tu tierra, hay que valorar que se está afrontando bien a favor de proteger la salud de la población. En última instancia, seamos capaces de rebasar este momento difícil usando las medias imprescindibles: uso del nasobuco, lavado de manos, distanciamiento físico, recluirse en casa en la medida de lo posible y pensar en la posibilidad de la vacuna. Y pensar que más allá de la oscuridad que se puede ver ahora, del desgaste que tenemos ahora –porque la pandemia ya no dura los primeros veinte días que se pensaba, si no que sencillamente ya lleva un año–, hay optimismo.
Ha habido diferentes momentos dentro de este tiempo de convivir con la pandemia. El primero fue como de pánico, y hubo un distanciamiento absoluto; pero después parece que se le perdió el miedo al virus.
Aunque soy Doctor en ciencias, profesor Titular y Consultante, cosas muy importantes en la educación, le doy mucho más valor a la vida cotidiana, al ser humano común y corriente; y el refranero popular te puede ayudar a comprender lo que está pasando. En un primer momento, el refrán que se ajusta es que “la gente se acuerda de Santa Bárbara cuando truena”. En aquel momento los truenos fueron muy fuertes. Recuerdo aquellas imágenes de Europa con las muertes masivas que eran impresionantes. Y eso asustó. Entonces viene otro refrán: “cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”.
¿Qué ocurrió después? Hubo un momento en que mejoraron las cosas, aunque más tarde empeoraron. Primero las personas se sintieron vulnerables, pero cuando vieron que en el balance de fallecidos, que es lo que más asusta, la mayoría eran pacientes de edad avanzada, o con cuadros clínicos que comprometen el estado de salud, sintieron la sensación de invulnerabilidad, algo que es consustancial al ser humano.
Luego, no nos equivoquemos, hay una situación social complicada, y una situación económica más complicada todavía, con muchas carencias que traen una consecuencia diabólica: ¡la cola! La cola se convierte en algo enfermizo. En ella se rompe el aislamiento social, el distanciamiento, el uso correcto del nasobuco…, y qué trae como conclusión: si voy a la cola todos los días y no me ha pasado nada, nada me va a pasar.
Y hay otra cuestión que puede resultar muy ingenua: pensar que ya nos vamos a vacunar y que por eso estamos fuera de peligro. Existe muy poca percepción del riesgo.
¿En qué momento psicológico nos encontramos ahora después de año tratando con las dinámicas impuestas por la pandemia?
Voy a citar la Teoría del estrés, desarrollada por Hans Selye, quien habló del síndrome general de adaptación. Hay un primer momento de alarma, que es de preparación; el segundo es de enfrentamiento a lo que está ocurriendo, en el que tratas que no te afecte demasiado la situación y luchas por regresar a un estado basal de supuesta normalidad; pero qué sucede, que si este estado se prolonga en el tiempo se produce un agotamiento de tus recursos, y entonces quedas exhausto. El peligro está en llegar a este tercer momento. Aquí es donde te deprimes, pierdes las esperanzas, te sientes solo, te encolerizas, las relaciones con tus cercanos se pueden deteriorar, tu productividad baja y hasta tu salud puede estar implicada.
Hay tres emociones, que a su vez tienen que ver con tres trastornos psicológicos específicos, que son los que con más frecuencia se presentan: la ansiedad, relacionada con estado de amenaza ante una situación; la depresión, que tiene que ver con una evaluación de pérdida; y la cólera, asociada a una situación de desafío. Durante este periodo de pandemia están presentes estas tres determinantes: la amenaza, la pérdida y el desafío. A veces estas tres emociones pueden ser naturales, pero en exceso pueden comprometer el bienestar y hasta tener impactos psicosomáticos. En particular la depresión puede ser muy peligrosa. Hasta se ha dicho que la depresión iba a ser la pandemia del siglo XXI, porque se asociaba a que las personas no tenían vínculos humanos, se sentirían muy solas, aisladas. En estos momentos hay aislamientos importantes. Qué pasa, que somos muy vulnerables no solo a la ansiedad, sino también a la depresión, y la depresión tiene algo interesante, que puede provocar la depresión del sistema inmunológico. Un sistema inmune fortalecido será más resistente a la Covid y a cualquier otra enfermedad oportunista.
Esta pandemia se ha prolongado, y ha roto rutinas importantes. Y la rutina tiene un valor en nuestras vidas.
Las redes han suplido un espacio de socialización real por uno virtual.
Hay otro refrán que dice que “hay determinados tratamientos que son como la aspirina”. La aspirina no cura nada, pero lo alivia todo. Qué sucede, sin descalificar nada, las redes pueden aliviar. Ahora, hay que tener cuidado no vaya a ser que suceda como en otro refrán: “fue peor el remedio que la enfermedad”.
Profesor, qué recomienda desde la psicología ante este desafío súbito, insólito, intenso y prolongado en el tiempo, que se ha agravado con otras complejidades de nuestro contexto.
Estamos pasando una crisis sanitaria donde socialmente hay un estado grande de malestar, de irritabilidad y de poca tolerancia en las personas. Pero voy a parafrasear Fayad Jamís: con tantos palos que te dio la vida, aún tienes el coraje de decir Te quiero. Yo creo que resulta decisivo asumir la vida proactivamente. No escogimos tener la pandemia, la pandemia nos tocó, nos está desafiando; y ante el desafío hay que tener respuestas constructivas, hay que apostar por la vida, hay que apostar por el crecimiento humano, y a eso es a lo que yo convocaría. Es un contexto difícil, pero en ciencias hay algo que se llama matriz DAFO, que es una tabla de doble entrada con las posibilidades del individuo y lo que oferta el entorno. En cuanto al individuo se dice que hay fortalezas y debilidades; y en cuanto al entorno hay amenazas y oportunidades. A qué convocamos entonces: a aprovechar todas las oportunidades posibles de salir adelante; que cuanta amenaza ande por ahí, seamos capaces de rebasarla; a que las debilidades que tomemos, las convirtamos en fortaleza; y que las fortalezas las multipliquemos. Los psicólogos siempre tenemos un discurso optimista y positivo, aunque la vida sea dura. Hay que afrontar lo que nos tocó, no conformarnos, y vamos a salir de ella crecidos y con una palabra de estas de moda, resiliencia, que quiere decir que: uno aguantó los palos de la vida, que le dolió, pero que salió fortalecido y mejor ser humano. Como teoría está bonito, ahora tenemos la oportunidad de probar si somos capaces de hacerlo.
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