Importancia de las tradiciones
11 de septiembre de 2018
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El genial músico ruso Igor Stravinski dijo: “Una verdadera tradición no es el término de un pasado; es una fuerza viviente que anima e informa al presente”. Y razón tenía, pues el único modo de ser justos con nuestro presente es conociendo lo que nos antecedió, desde sus orígenes. Al tema, en relación con la música, dedicaré este comentario.
En la actualidad, en nuestro país existen solistas y agrupaciones que se han dado a la tarea de rescatar el patrimonio musical cubano, algo que merece nuestro respeto; pero ¿siempre lo hacen de manera correcta? Sin duda alguna, muchos de ellos logran resultados excelentes, porque se informan de todos aquellos aspectos necesarios; pero otros parten solamente del elemento sonoro, es decir, de escuchar grabaciones y comentarios relacionados con el tema, no siempre acertados, sin dedicar tiempo a indagar sobre otros elementos necesarios. Y no estoy diciendo que el rescate de una tradición debe ser copia fiel del original, pues estamos en el siglo XXI y hay que buscar estrategias que atraigan la atención del oyente actual, como hicieron Mario y Gonzalo Romeu en la pasada centuria, al escribir la música de la película cubana: “La bella del Alhambra”, de Enrique Pineda Barnet, quienes respetando las partituras originales de Jorge Ánckerman para el Teatro Alhambra, crearon orquestaciones que las acercaran al oyente contemporáneo. Pero, naturalmente, ellos poseían profundos conocimientos sobre el tema.
Cuando escuchamos algunas obras donde sus autores dicen que parten de tradiciones como el son –por solo mencionar un género– pero fusionado con músicas que en la actualidad han cobrado auge en nuestro país, nos sorprende descubrir que de esa tradición solo existe el nombre, porque de lo que ellos dicen a lo que suena… hay mucha diferencia. Si el erudito Leonardo Acosta viviera, de seguro quedaría espantado. Y no estoy refiriéndome a los más jóvenes, pues existen otros que ya han vivido bastante y aún continúan en la ignorancia, porque solo les interesa la denominada “fama”, que es bastante traicionera y efímera. ¡Cuántos músicos que fueron famosos, ya no se recuerdan! Pero los verdaderos, perduran, como es el caso de esos trovadores que crearon páginas inmortales, o de un Sindo Garay, o Benny Moré, o Ernesto Lecuona, u otros como Tony Ávila, que no por estar moda descuida la calidad.
Cuba cuenta con gran cantidad músicos prestigiosos; pero otros dejan mucho que desear aunque estén de moda; y lo peor es que gozan de extraordinaria promoción en nuestra televisión, lo que les facilita actuaciones frecuentes y hasta giras internacionales, que no siempre son exitosas, a pesar de que al regreso se diga lo contrario. A ellos les recomendamos ser más cuidadosos a la hora de crear obras inspiradas en nuestras tradiciones; indagar a fondo sobre lo más genuino de nuestros géneros de antaño, para que al fusionarlos con las sonoridades actuales, ofrezcan un resultado de excelencia. No olviden que el arte exige sacrificios.
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