Ignacio Paderewski
13 de marzo de 2019
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El maestro polaco Ignacio Paderewski fue un ejecutante excepcional y un político muy respetado. De su gestión como primer ministro del Estado Polaco no hablaremos aquí, sino de sus funciones en La Habana. Paderewski llegó el 31 de enero de 1917 y una abundante publicidad antecedió a las actuaciones de quien el Diario de La Marina calificaba como, y cito, “el primer pianista del mundo”.
Paderewski debutó el 6 de febrero de 1917, en el teatro Nacional. Una nota de prensa recogía así el acontecimiento:
“El programa era atrayente: obras exquisitas de Bach y Liszt, Beethoven, Schubert, Chopin y Paderewski. Deliciosa la promesa para el auditorio, el teatro tenía que colmarse. Al aparecer fue saludado con un aplauso unánime. Apenas empezó a ejecutar la primera obra el famoso pianista, comprendió el auditorio que se hallaba ante un genio. Como ejecutante sorprende, maravilla. A los conocimientos musicales más profundos, al dominio perfecto de su arte, une Paderewski una inspiración cálida y una fantasía espléndida”.
El día 9 de febrero tuvo lugar el segundo concierto. Y la prensa lo comentó de este modo:
“Pocas veces se ha oído seguramente a Chopin y a Liszt interpretados con tanta fidelidad e inspiración. Paderewski es sin duda uno de los pocos músicos capaces de apoderarse de la concepción de un compositor y trasmitirla con tanto vigor, sin falsearla ni reducir su belleza ni su expresión estética. Después del concierto, madame Paderewski venderá en el escenario sus muñecos hechos en París por pintores y escultores polacos de fama, víctimas de la guerra”.
Un tercer concierto, el 12 de febrero de 1917, se suspendió ante la partida inesperada de Paderewski. La prensa explicaba las razones.
“Se marcha enfermo. El reuma, atacándolo en un brazo, deja en un estado de inactividad desesperante a quien por hábito, por amor y por vocación se pasa horas enteras ante el piano todos los días. Su mal, inhabilitándolo para su arte, lo ha obligado a abandonar La Habana cuando la numerosa falange de admiradores que llegó a formar entre nuestro público se disponía a concurrir al anunciado recital de despedida”.
Nueve años después el pianista polaco regresó. Paderewski arribó a La Habana el 15 de febrero de 1926 y se marchó el 22, luego de dar dos conciertos vespertinos en el teatro Payret, de la esquina de Prado y San José, los días 17 y 19 de febrero de 1926.
Paderewski murió en Estados Unidos en 1941 y se le enterró en el Cementerio Nacional de Arlington, en Washington.
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