Iglesia Catedral de La Habana
23 de noviembre de 2013
| |Antigua Iglesia de la Compañía de Jesús
Empedrado No. 158 entre Mercaderes y San Ignacio
Plaza de la Catedral
En el año 1748 los padres jesuitas comenzaron la construcción del templo y continuaron las obras, hasta que el Rey de España decretó la exclaustración de esta orden religiosa sobre sus dominios de América en 1767.
Hasta aquí se trasladó el culto de la iglesia Parroquial Mayor desde la Plaza de Armas, una vez que la misma dejó de funcionar por el mal estado constructivo alcanzado, por la explosión del navío “El Invencible”, anclado en la bahía; fue tal la magnitud de la detonación del depósito de pólvora de la embarcación, que resquebrajó la estructura del edificio de simple construcción. Por orden del Obispo Echevarría concluyeron las trabajos una década más tarde y en 1788, al dividirse la isla en dos Diócesis y formarse la de La Habana, se exaltó el templo a Catedral.
Su majestuosa fachada está considerada una de las más bellas de los códigos formales del estilo barroco en América y se dice que sirvió de modelo a seguir para muchas de las fachadas de los grandes palacios coloniales habaneros. La desigualdad de sus torres llama la atención y el despliegue cóncavo del lienzo de fachada sobre la plaza que de ella toma nombre, hacen que domine el magnífico conjunto arquitectónico construido a su alrededor con su imponente presencia.
En las primeras décadas del siglo XIX se transformó su interior al gusto neoclásico. Estos cambios radicales se debieron a la presencia del Obispo Espada en la isla y a su afiliación por las manifestaciones de este estilo constructivo, de ahí que los altares, la decoración y todo cuanto encontró de mal gusto, lo cambió como creyó conveniente.
Durante el siglo XX, en varias ocasiones se realizaron en la iglesia trabajos de reparación. Los techos originales de madera fueron recubiertos de yeso simulando bóvedas nervadas y en 1950 se terminaron en piedra. Conservó la planta en forma de cruz latina, con tres naves, capillas laterales y una cúpula sobre el crucero. Estos trabajos estuvieron a cargo del arquitecto Cristóbal Martínez, una vez finalizados inauguró las obras el Cardenal Manuel Arteaga, Arzobispo de La Habana. Por tal motivo estuvo cerrada durante algunos años.
En 1984 se trabajó en la Capilla Loreto, en esta ocasión las labores quedaron a cargo del arquitecto Daniel Taboada. Luego, para la visita del Papa Juan Pablo II a nuestra isla, se realizaron cambios sustanciales en su interior, para que el templo asumiera con dignidad las funciones de la nueva liturgia; se limpió la fachada, se restauró la carpintería, se restituyó el coro de los canónigos desaparecido a mediados de esta centuria, y se perfeccionó su acabado y lucimiento.
De este modo, fue escenario de la misa oficiada por el sumo pontífice durante su visita a la isla en el año 1998 y testigo luego de la misa que se hiciera por su fallecimiento.
La principal iglesia de La Habana se mantiene abierta al culto, expone su majestuosidad a pesar de las múltiples transformaciones sufrida a lo largo de estos siglos de su existencia. Meritorio es reconocer las valiosas obras de verdaderos artífices del pincel que conserva en su interior.
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