Hubert de Blanck
14 de diciembre de 2021
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El maestro Hubert de Blanck, una de las figuras cimeras de la pedagogía musical en Cuba, nació en Utrecht, Holanda, en 1856 y a Cuba llegó por vez primera en 1882, procedente de Nueva York. Estaba casado con la cubana Ana García Menocal. En aquella ocasión se presentó en el antiguo Centro Gallego, conformando un trío sinfónico de piano, violín y violoncello.
Un año después vino por segunda vez y entonces decidió establecerse en Cuba. Contaba 27 años y su carrera pianística era exitosa. En giras había recorrido Rusia, Alemania, Suecia, Suiza, Noruega, Dinamarca, Brasil, Argentina y Estados Unidos. No era ningún desconocido y su prestigio como joven concertista se extendía rápidamente.
En La Habana se desempeñó como profesor, pianista y promotor musical y ya en 1884 organizó la Sociedad de Música de Cámara, de la cual fue su director.
Pero su obra mayúscula, la que lo ha hecho quedar en la historia musical cubana, no la materializó hasta 1885, cuando inauguró en su sede del Paseo del Prado el Conservatorio de Música, primero de su tipo en la ciudad. Desde allí desplegó una obra de más de 45 años de enseñanza que contribuyó de manera decisiva en la formación de generaciones de artistas.
Tanto tiempo en nuestro país, sirviéndolo como un cubano más, terminaron por compenetrarlo con el movimiento revolucionario independentista, de manera que las autoridades españolas dictaron su encarcelamiento primero y expulsión después.
Desde Nueva York continuó expresando su apoyo a la causa cubana a través de la recaudación de fondos provenientes de sus conciertos y de otras actividades culturales entre los emigrados.
El maestro Hubert de Blanck vivió en Estados Unidos hasta 1898. A su retorno reanudó su quehacer pedagógico, esta vez en el conservatorio de la Calzada de Galiano, que ahora recibió el nombre de Conservatorio Nacional de Música y en cuya Sala Espadero se dieron por largo tiempo algunos de los conciertos de mayor trascendencia musical en La Habana de comienzos del siglo XX.
En 1903 adoptó la ciudadanía cubana y en el verde archipiélago nació su descendencia, de dos matrimonios.
A su labor pedagógica incorporó una obra variada de compositor de música vocal y sinfónica, como crítico y fundador de publicaciones musicales.
De Blanck murió el 28 de noviembre de 1932.
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