Hombre vs. Máquina: un desafío del ajedrez
21 de noviembre de 2014
|Mucho se ha escrito sobre las infinitas posibilidades que brindan las nuevas tecnologías para el ser humano. Su utilización se extiende a todas las esferas de la vida y el deporte, especialmente el ajedrez, no escapa a los influjos de tan valiosas herramientas.
Fue el estadounidense Claude Elwood Shanon, uno de los fundadores de la teoría de la informática, quien propuso utilizar al “juego ciencia” como prueba de “madurez” de las calculadoras de los años cincuenta del siglo pasado y, al mismo tiempo, indicó las vías a seguir para crear algoritmos ajedrecísticos, lo que se realizó en la práctica diez años después. Los primeros programas de ajedrez no eran buenos y los hombres podían derrotarlos fácilmente. Esto cambió con el paso del tiempo.
En 1974, en Estocolmo, se llevó a cabo el primer Campeonato mundial entre computadoras, que tuvo como ganador a Caissa, de la entonces Unión Soviética. En años posteriores se disputaron varios torneos de este tipo y los triunfos se los repartieron programas de Estados Unidos, Rusia e Israel, con nombres como Deep Thought, Rebel, Fritz, Shreder o Junior, el de mejores resultados en la pasada década.
El genial y controvertido hasta sus últimos días Bobby Fischer enfrentó, en los sesenta, al programa Greenblatt y lo derrotó por un contundente 3-0. Varios años después de aquella experiencia inicial, se ha despertado la fiebre por jugar contra potentes programas de ajedrez, con mucho dinero de por medio en cada match.
Garry Kasparov inició la nueva era, en febrero de 1996, contra la famosa Deep Blue de IBM. El “Ogro de Bakú” ganó ese duelo, 4 por 2, aunque perdió una partida. Un año más tarde, Deep Blue, que había recibido varias mejoras en su funcionamiento, superó a Kasparov por 3½–2½, en Nueva York.
Luego, en 2003, Kasparov chocó contra computadora: Deep Junior. Este publicitado match fue conocido como “El hombre FIDE contra la máquina campeona mundial” y tuvo el patrocinio de la Federación internacional de ajedrez. La bolsa alcanzó el medio millón de dólares y la cadena de televisión ESPN trasmitió, en vivo, los detalles de la última partida. El “Ogro de Bakú” no pudo derrotar a Deep Junior y el resultado final fue un empate a tres puntos.
Una de las preguntas que frecuentemente reciben los ajedrecistas, sobre todo los de la elite, es si ellos consideran que las máquinas, en algún momento, serán totalmente superiores al ser humano en el ajedrez. Las respuestas a la interrogante son diversas, lo que demuestra que no existe un consenso.
Hoy para los ajedrecistas el uso de potentes softwares o programas que permiten trabajar con impresionantes bases de datos que guardan millones de partidas resulta imprescindible. Los equipos de analistas que acompañan a las grandes figuras en torneos importantes ya no se reúnen alrededor de un tablero, sino que intercambian “criterios” con sus ordenadores y luego comparan sus propios análisis con los devueltos por la máquina.
Pero, una vez más, regresa el asunto: se emplea la máquina para analizar posiciones, para guardar partidas y visualizarlas de una manera mucho más rápida; sin embargo, ¿podrán los ordenadores superar al hombre? Ya lo han hecho y ninguna estrella puede vanagloriarse de tener un marcador perfecto; aunque, por lo general, los ajedrecistas todavía mantienen la ventaja.
No obstante, todo parece favorecer a las máquinas. Por ejemplo, cada vez son más potentes los microprocesadores y aumentan sus capacidades de calcular variantes. Además, el factor psicológico también juega un rol fundamental en el “juego ciencia” y aquí también ganan las máquinas, pues para ellas no hay “nerviosismo” o “stress”. Entonces, ¿cómo explicar que las máquinas pierdan?
Quizás la definición del ajedrez como una combinación entre arte y ciencia pueda responder la pregunta anterior. Aunque las computadoras procesen más jugadas por segundo, les continúa faltando la capacidad de improvisación y la imaginación para crear combinaciones.
Los desarrolladores siguen investigando y la brecha existente entre hombres y máquinas en el ajedrez se ha reducido. Un futuro en el que los ordenadores reinen no es improbable; pero el presente todavía pertenece al cerebro humano.
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