Gustavo Sánchez Galarraga y el teatro cubano
29 de agosto de 2014
|En la prensa cubana de la segunda década del siglo XX ya hay pruebas documentales acerca de las preocupaciones del poeta y dramaturgo Gustavo Sánchez Galarraga (La Habana,1892-1934) con respecto al fomento y desarrollo del teatro cubano.
Evidencias al respecto están en el editorial publicado el 20 de enero de 1916 en “Arte. Revista Universal”, donde se comentó una conferencia leída a principios de ese mes y año por el entonces joven intelectual criollo, documento que fue valorado en los siguientes términos en la aludida publicación:
De la última conferencia ofrecida por la Sección de Bellas Artes del Ateneo, el domingo 9 de los corrientes, ha surgido un movimiento hermosísimo en nuestra cultura, impulsado por un grupo de jóvenes “valientes”, de esos que no haciendo caso de la indiferencia vergonzosa de nuestra sociedad, machan impertérritos por la senda luminosa del saber, llevando como mira única, llegar a la meta escarpada del progreso intelectual cubano.
En esa conferencia a que nos referimos, y que fue leída por el distinguido autor teatral Gustavo Sánchez Galarraga, fustigó su autor, además de la frialdad de nuestro ambiente —que mencionamos anteriormente— la labor bastarda de ciertos teatros en los que se falsea el verdadero carácter del teatro cubano, y en los que sus actividades se contraen simplemente a la interpretación de obras que sólo revelan el estudio de nuestro hampa social.
Razón sobrada tiene el joven y talentoso escritor, al clamar contra ese imperio genérico-teatral, como si nuestra sociedad no tuviera más fase que esa, o el carácter genuino del cubano fuera tal.
Pero no se redujo a esto la hermosa conferencia del Sr. Galarraga: manifestó sus anhelos de ver fomentado de nuevo el teatro cubano, y alentadas esas aspiraciones por nuestra sociedad, llamada en este como en todos los casos de esa índole, a intervenir vigorosamente para coadyuvar a u triunfo completo. Expuso su concepto —muy plausible— de que un teatro nacional no se circunscribe al estudio exclusivo de los caracteres de la nación, sino que la fantasía del autor debe traspasar los océanos y visitar regiones extrañas a la suya y desenterrar de ellas el asunto y los caracteres de sus obras.
Con motivo de los anteriores conceptos expuestos por el poeta, Sr. Galarraga, un grupo de entusiastas intelectuales acordó celebrar una reunión en la morada del autor de la resonante causerie, para llevar a la práctica sus principios, invitando para esta labor a todas las personas que en ello se interesaran.
Verificada la reunión, en la que se ha empezado a sentir la respuesta del ambiente, se resolvió nombrar una Comisión Gestora, para la que resultaron electos: Evelio Rodríguez Lendián (Presidente de Honor), Gustavo Sánchez Galarraga (Presidente efectivo), José María Chacón (vicepresidente), Salvador Salazar (Secretario) y J. Sanz (Tesorero).
Nosotros nos hacemos eco de esta junta, porque observamos en ella una base sólida para nuestro porvenir: el teatro es, incuestionablemente, un centro de enseñanza de una influencia poderosísima, y nada más práctico para nuestra orientación futura, que el análisis de nuestras costumbres, y su exposición en obras teatrales, a la vez que, a fuer de moraleja, la corrección de sus defectos.
Esto es, además, a no dudarlo, un exponente de que el Ateneo de La Habana es una institución importantísima, pues como habrán observado nuestros lectores, del seno de su Sección de Bellas Artes ha surgido esta iniciativa tan fructífera.
Será la victoria de esta labor en aras del fomento de la farándula cubana, una nueva satisfacción moral para esta institución tan noble y tan elevada: su venganza para nuestra sociedad que tan inicuamente la ha visto perderse en el abismo del más acendrado estoicismo, y le observa hoy luchar desesperadamente para tornar a flote, es — ¡Oh bellos contrastes! — la ofrenda admirable de nuevas luchas tendientes a su auge cultural.
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