Gregorio Fuentes
4 de mayo de 2022
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Hombre de mar, pescador, patrón, compañero inseparable de Ernest Hemingway cada vez que Papa se encaramaba en el Pilar y salía de pesca, ese lobo de mar nombrado Gregorio Fuentes, inmortalizado en la obra de un Premio Nobel de Literatura, tuvo el privilegio de vivir en tres siglos: nació en Lanzarote, Islas Canarias, el 11 de julio de 1897 y murió en Cojímar, La Habana, el 13 de enero de 2002, es decir, 104 años después.
Don Gregorio alcanzó a ser conocido en toda Cuba y más allá, sin proponérselo, solo contando una y otra vez esa relación de patrón-patrono (lo primero él, lo segundo Hemingway) devenida hermandad, también válida para una novela, porque el escritor admiró en su servidor al hombre recto, leal, valiente, conocedor del oficio, para quien la amistad era un sacramento. Curiosamente, no lo aseguramos, solo lo repetimos, el capitán Grigorine (así lo llamó Hem) nunca leyó El viejo y el mar, porque sencillamente no sabía leer.
Gregorio, unos pocos años mayor que Ernesto, lo sobrevivió en cuatro décadas. Pero ancianito aunque no tan frágil, nunca olvidó a un jefe y amigo cuya inmanencia en la literatura internacional intuyó perfectamente. Cada nuevo cumpleaños Gregorio Fuentes se convertía en fecha de holgorio y celebración para la pesca deportiva. Gregorio, que nunca fue de muchas palabras, lo aceptaba con su sonrisa y su habano.
La historia cubana de Gregorio se inicia en 1903, cuando con seis años embarca hacia Cuba con su padre, cocinero de a bordo. El padre murió durante la travesía en un accidente y el chico creció solo, hecho hombre prematuramente, en el poblado costero de Casablanca.
Es Hemingway quien escribe en El Gran Río Azul, julio de 1949:
“Gregorio Fuentes es el piloto del Pilar desde 1938. Ha cumplido los cincuenta este verano (1949) y vino de la isla de Lanzarote a la edad de cuatro años. Nos conocimos en Dry Tortuga en 1928; entonces era patrón de una lancha pesquera; allí corrimos una tempestad con fuerte nordeste. Estuvimos a bordo de su embarcación con objeto de comprarle unas cebollas. No quiso cobrárnosla y nos agasajó con ron. Recuerdo que su embarcación era la más limpia que he visto”.
Gregorio Fuentes recibió en sus años altos un título muy preciado, el de Capitán de la International Game Fish Association (IGFA).
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