Gonzalo Roig (II)
24 de octubre de 2022
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Uno de los músicos cubanos más destacados del siglo XX. No solo autor de la zarzuela Cecilia Valdés y su criolla bolero Quiéreme mucho. Gonzalo Roig sobresale también como un constante fundador.
En 1922 participa en la creación de la Orquesta Sinfónica de La Habana, junto con Lecuona y Pérez Sentenat, entre otras reconocidas personalidades de nuestra música, casi siempre sin apoyo oficial.
En 1927, es nombrado director de la Banda Municipal de La Habana -cargo que ocuparía hasta su muerte- y donde da un nuevo concepto a esa estructura, desde entonces apta también para acompañar solistas.
Con el fin de participar en programas radiales, funda en 1929 la orquesta de cámara Ignacio Cervantes. Obras suyas son además la Compañía de Teatro Vernáculo para el Teatro Martí, instituida en 1931, y siete años después, la Opera Nacional.
Y como si todo esto fuera poco, aquel genio musical, querido y respetado por todos, maestro de nuevas generaciones de músicos, dedica buena parte de su tiempo para suscribir varias sociedades de Autores Cubanos.
Su espíritu creativo invade de manera muy especial la composición, donde se desenvuelve con impresionante originalidad en los más diferentes géneros y formas como canciones, boleros, danzones, zarzuelas, caprichos, guajiras, claves, danzones, congas, rumbas, sones, y romanzas, lo que lo destaca como uno de los más prolíficos compositores cubanos.
Su criolla-bolero Quiéreme mucho es, sin duda alguna, uno de los temas musicales más famosos de Cuba, junto a la Guajira Guantanamera, de Joseíto Fernández; El Manisero, de Moisés Simons; Siboney, de Ernesto Lecuona; Yolanda, de Pablo Milanés, o Chan Chan, de Compay Segundo.
La historia de su Quiéreme mucho merece ser conocida.
En 1911, en la sala Espadero del conservatorio Hubert de Blanck, el tenor Mariano Menéndez estrenó, sin penas ni glorias, una de las melodías compuestas por Gonzalo Roig: la criolla-bolero Serenata cubana.
Según se cuenta esta romántica pieza musical fue dedicada por Roig a Blanquita Becerra, cuando los dos eran muy jóvenes y vivían amores tan contrariados que un día ambos pactaron un suicidio felizmente entorpecido por la nalgada de un borracho en el Parque Central.
Cierta o no esta historia, unos años después en el teatro Alhambra le confiaron a Roig poner música a un sainete titulado El servicio militar obligatorio y el músico desenterró su Serenata y la incluyó en la partitura de la obra.
La propia Banquita Becerra y Rafael Llorens fueron entonces quienes interpretaron esta hermosa pieza que toma su nombre de sus primeras palabras.
Al ser sepultado en el cementerio de Colón, Gonzalo Roig recibiría el homenaje de su pueblo que le cantó, visiblemente emocionado, su inmortal melodía: “Quiéreme mucho, dulce amor mío, que amante siempre te adoraré. Yo, con tus besos y tus caricias, mis sufrimientos acallaré. Cuando se quiere de veras, como te quiero yo a ti, es imposible, mi cielo, tan separados vivir…”.
Medio centenar de versiones se han hecho de este cubanísimo tema, interpretado en todos los estilos y ritmos, y que a pesar de los años transcurridos, todavía es, como afirmó Enrique Núñez Rodríguez: “final obligado, junto al soldado al pie de la ventana, en madrugadas de tragos y música”.
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