Fuente de Neptuno

16 de diciembre de 2016

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Zenaida Iglesias Sánchez

 

 

La decimonónica fuente de Neptuno se distingue a distancia en el paseo marítimo de la avenida del puerto. Después de los trabajos llevados a cabo por los especialistas de la Oficina del Historiador de la ciudad, se restituyó a su lugar de antaño, se restauró y dotó de la iluminación apropiada. Hoy engalana el paseo y brinda descanso al caminante que contempla el litoral.

 

 

Cuentan que hacia 1836, el entonces Capitán General de la isla, don Miguel de Tacón, encargó una fuente-estatua al extranjero consagrada al comercio de La Habana. Se importó desde Génova, Italia y se ubicó a la orilla del mar, en el centro de una glorieta o espigón y protegida de un barandaje de hierro. Su único objetivo no fue ornamental este sitio, sino también, abastecer de agua a tres embarcaciones de forma simultánea, para esto se le colocaron grandes argollas de hierros para el amarre de las mismas.

 

 

Gracias a los fondos públicos pudo modelarse, sirviendo de halago y regocijo a los comerciantes de entonces. Su ejecución comenzó en 1836 y fue objeto de varias reparaciones en el transcurso de una década. Posteriormente perdió su función proveedora y hacia 1871 las autoridades determinaron retirarla de este sitio. Se trasladó para la Alameda de Isabel II (Paseo del Prado) en el espacio de la intercepción de las calles Zulueta y Neptuno, donde permaneció hasta 1881.

 

 

A finales del siglo XIX formaba parte del Paseo del Prado ya remodelado, entre las calles de Colón y Genios se ubicó entonces. Estuvo después en el Parque de La Punta hasta 1912, cuando la Secretaría de Obras Públicas acordó desarmarla para levantar en su lugar una estatua a José de la Luz y Caballero. Una vez desmontada la fuente de Neptuno, fue a parar al Depósito Municipal.

 

 

Después el Museo Nacional la reclamó para adornar la galería histórica de la planta baja y luego la Secretaría de Obras Públicas decidió colocarla en un parque del Vedado, en la manzana que forman las calles 5ta, 7ma, C y D, en esta ocasión se le sustituyó la taza por otra de mayor capacidad. En esta zona permaneció hasta regresar a su emplazamiento original, gracias al empeño del historiador de la ciudad y sus colaboradores.