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Frente a los desafíos: Unidos “en cuadro apretado”

6 de agosto de 2014

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albaLas cifras resultan literalmente aterradoras. Los organismos internacionales más competentes sitúan los índices mundiales de pobreza extrema en el orden de los mil doscientos millones de seres humanos. El hambre crónica, según esas fuentes, afecta a una de cada ocho personas en el Planeta.
Desde sus instantes fundacionales, la Alianza Bolivariana de los pueblos de Nuestra América ha colocado la creciente satisfacción de las apremiantes necesidades de los pueblos en el centro de su accionar. De acuerdo a sus especificidades, las naciones que integran este mecanismo regional de unidad e integración han dado pasos significativos en el cumplimiento de los anhelos seculares de sus pobladores. Proyectos de diversa índole ofrecen alentadores frutos en el propósito – aún lejano – de eliminar el hambre y la pobreza extrema, como única alternativa para garantizar la existencia de sociedades más justas, prósperas y cultas.
A los retos que impone el pago – cada vez más inalcanzable – de las deudas externas, y al desafío palpable que nos impone el cambio climático, sólo podrán responder condiciones más justas en el intercambio comercial, un freno a la irracionalidad en la producción y el consumo, y el establecimiento de un nuevo orden financiero internacional. De lo contrario,
los avances en el camino del desarrollo serán insignificantes.
En la búsqueda de soluciones definitivas a esos flagelos, trabajan las naciones integrantes del ALBA y de otras concertaciones regionales, como la CELAC. Por ello, los gobiernos de avanzada mirada enarbolan como premisas insoslayables la conquista de la unidad de acción y la integración, en primerísimo lugar, como factores que permitan complementar las economías, solidificarlas, y procurar el desarrollo sostenible a que aspiran todos los países del llamado Tercer Mundo y, sobre todo, los menos favorecidos.
La unidad de acción resulta impostergable en un mundo caracterizado por la violación – por algunas de las naciones más poderosas del orbe – de la soberanía y de los más elementales principios del Derecho Internacional.
La solidaridad con aquellos gobiernos que sufren intentos evidentes de subversión y desestabilización, es también tarea de primer orden para quienes abogan por la soberanía y la justicia como elementos esenciales del desarrollo y la propia existencia de las naciones.
La disyuntiva es clara y categórica. Como demuestran con acciones concretas los países adscriptos a los objetivos bolivarianos del ALBA, es imprescindible concertar esfuerzos, estrechar filas y marchar unidos “en cuadro apretado” – como aconsejara nuestro José Martí – para conquistar los sueños postergados de los pueblos de América Latina y el Caribe, y alcanzar el futuro promisorio que exigen y merecen todos los seres humanos que habitan cada espacio, por mínimo e ignorado que sea, del mundo que vivimos.

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