Frank Sinatra
17 de febrero de 2021
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Frank Sinatra llegó a La Habana en febrero de 1947. Tenía 31 años y lucía muy delgado. El Diario de la Marina, en su edición del 14 de febrero, recogía la noticia y a manera de regalo para sus admiradoras reproducía su fotografía, en coincidencia con la celebración del Día de los Enamorados.
El actor y cantante ya era célebre, pero no el personaje casi mítico que llegaría a ser dentro de la cancionística norteamericana, al punto de ser conocido, sencillamente, por la voz.
No mucho más puede contarse sobre aquella visita, pero sí algo acerca de otra que realizó en noviembre de 1951, y sobre la cual la revista Bohemia ofreció una información detallada, incluyendo una amplia iconografía.
Durante aquella segunda ocasión el cantante estuvo acompañado por su esposa Ava Gardner, en viaje de recién casados. Sinatra quería pasar unos días de tranquilidad, alejado de la publicidad, algo que no siempre es posible cuando se trata de figuras del acontecer público.
“Huraño, colérico, huidizo, Sinatra mantiene encerrada en el apartamento del hotel a su flamante media naranja, o la lleva y la trae a escondidas, discutiendo desdeñoso con todos, no permitiendo que nadie, público, fotógrafos o periodistas se les acerque.” Así escribió el cronista de la revista Bohemia.
También se aludía a la llamada fotofobia del actor-cantante, a la “bellísima Ava Gardner” y a su reciente película Venus era una mujer, que contribuyó a convertirla en el mito erótico del cine de Hollywood, y que se sustentaba en una campaña publicitaria que la proclamaba como “el animal más bello del mundo”.
La pareja visitó el cabaret Montmartre —quedaba en la calle O del Vedado—, donde les obsequiaron un gran cake de bodas y ambos sonrieron ante el flash de los fotógrafos. También estuvieron en el cabaret Tropicana, aunque evitaron las cámaras y los periodistas indiscretos.
Desconocemos cómo la pasaron Ava y Sinatra, pero citaremos nuevamente las palabras del periodista de Bohemia: “De haber cambiado de actitud saliéndole al paso a los fotógrafos y periodistas, mezclándose con las multitudes, conversando con las gentes, hubieran disfrutado muchísimo más. Se ganarían el afecto de todos y quedaría de ellos una gratísima impresión de simpatía y sencillez.”
Entre los cubanos, Frank Sinatra ha quedado más por sus interpretaciones inolvidables —en especial de Extraños en la noche— y por sus actuaciones en el cine, que por su tránsito más bien insípido por La Habana a inicios de la década del 50 del siglo XX.
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