Frank Emilio era el piano (I)
8 de agosto de 2023
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Su piano suena todavía. Su expresividad en el lenguaje de los sonidos se percibe aún como si el tiempo no se hubiera detenido ante el arte de aquel excepcional músico, de sorprendente optimismo, pese a que nunca pudo ver imágenes.
Frank Emilio, Francisco Emilio Flyn Rodríguez (La Habana,13 de abril de 1921 – 23 de agosto de 2001. Fue uno de nuestros pianistas más sobresalientes. Su técnica, calidad interpretativa y sensibilidad musical lo sitúan entre los mejores cultores nacionales de ese instrumento.
Huérfano de madre, fue criado por unos tíos, quienes lo inclinaron hacia el violín. Pero lo suyo, definitivamente, era el piano. No importa que el médico le diagnosticara: “este niño no verá nunca”.
Por suerte, la discografía cubana lo recogió en varias grabaciones, entre las que sobresale un acetato consagrado a las danzas, otro en tributo a la pianística de Lecuona, Cervantes y Saumell, sin prescindir, por supuesto, de los dedicados al jazz y las descargas a base de piano.
Sus elogiadas presentaciones con nuestra Orquesta Sinfónica Nacional, y otras agrupaciones de concierto, no disminuyeron su meritorio quehacer con formaciones populares, en las que, como el Quinteto de Música Moderna, (denominado después Los Amigos) –y uno de sus más importantes aportes al “jazz cubano”-, brilló como pianista y convocó a innegables virtuosos de sus instrumentos: Guillermo Barreto, en la batería y las pailas; Tata Güines, en la tumbadora; Gustavo Tamayo, en el güiro, y Papito Hernández, en el contrabajo, a quien sucedió Orlando López, Cachaíto.
Su debut fue los once años, en un concurso de aficionados, donde ganó el primer premio, guiado solo por su oído. En sus comienzos, integró orquestas típicas cubanas.
“Imagínate –confesó en una entrevista- entonces usaba pantalones cortos y al cumplir los quince y estrenar mis primeros pantalones largos, lo dijeron por la radio”.
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