Françoise Sagan
29 de abril de 2020
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– ¿Todo eso es para mí?- inquirió un tanto sorprendida la joven de gesto tímido y pelado corto.
– ¿Le molesta?, repuso alguien a manera casi de disculpa.
– No… ya me estoy acostumbrando.
Entonces, la bella muchacha elegida Miss Cuba en aquel año de 1960 se acercó a la escritora francesa Françoise Sagan con un ramo de flores. El público numeroso que aguardaba dio riendas sueltas a su júbilo y Françoise Sagan, la muy joven y célebre autora de dos tremendos best-sellers como Buenos días, tristeza y Una cierta sonrisa, comprendió que estaba en Cuba, propiamente en La Habana, una ciudad cuyo pueblo le entregaba el más preciado de sus dones, el de la hospitalidad.
El arribo se produjo a las cinco de la tarde del sábado 23 de julio de 1960, un día clásico de verano y sol fuerte, en medio de un aeropuerto que parecía de fiesta, pues la personalidad de la escritora, su manera de narrar y súbita incorporación al mundo literario, tenían pasmados a cuantos lectores habían accedido a sus obras, rápidamente traducidas a inglés y español.
Cuba la recibía, además, con las notas del Himno del 26 de Julio, justo a tres días de los festejos por dicha fecha, que marca la del asalto a los cuarteles Moncada y Céspedes, jalón primario de la gesta revolucionaria conducente al triunfo del primero de enero de 1959.
Tal fue, en síntesis, la manera abrumadoramente cálida como se acogió a la vedette de las letras francesas de aquel momento.
En sus primeras declaraciones ella manifestó poseer referencias muy positivas sobre Cuba y el proceso de transformaciones sociales y políticas que vivía la nación, ya que poco antes de partir había departido con los escritores Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, quienes tenían experiencias frescas de su paso por la Isla.
Sagan llegaba para informar a los lectores de París sobre los festejos por el 26 de Julio, Día de la Rebeldía Nacional que por segunda vez se conmemoraba con un acto masivo como el del año precedente. La escritora-reportera planeaba permanecer alrededor de una semana y conocer de viva fuente las realizaciones del nuevo gobierno revolucionario, tema por el cual existía enorme interés en Europa.
La Sagan se alojó en el Hotel Riviera, cuyos balcones abren al Mar de las Antillas. Sin embargo, poco tiempo le quedó para recrearse con la hermosa vista marina pues sus días habaneros resultaron intensos, plenos de actividades, encuentros y deseos de ella de recorrer lo más posible del país.
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