Francisco Vicente Aguilera en José Martí
18 de junio de 2021
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El próximo 23 de junio conmemoraremos los doscientos años del nacimiento de Francisco Vicente Aguilera Tamayo, uno de los iniciadores de las luchas cubanas por la independencia. De antigua familia bayamesa, abogado y dueño de extensas posesiones en la región oriental de la Isla, Aguilera fundó en Bayamo la primera Junta Revolucionaria de Oriente dedicada a conspirar contra el colonialismo español y fue electo el jefe del movimiento patriótico. Su idea de vender sus propiedades y la zafra azucarera para comprar armas y recursos bélicos no encontró compradores, y al tomar Carlos Manuel de Céspedes la iniciativa armada el 10 de octubre de 1868, de inmediato se unió a ella y apoyó la toma de Bayamo.
En varios de sus textos patrióticos Martí recuerda al prócer. En 1888, en su memorable escrito titulado “Céspedes y Agramonte”, se refiere a la logia bayamesa que inició la conspiración, y señala: “Aguilera, presidente por su caudal y su bondad.” Interesante unión la que establece entre el poderío económico de quien era estimado como el hombre más rico de Oriente con su cualidad moral, la que le distinguiría hasta su fallecimiento.
Ya en plena campaña organizadora de la emigración, en el periódico Patria Martí inserta menciones a diferentes momentos de la ejecutoria patriótica de Aguilera. Así, al saludar la formación de un club revolucionario nombrado Cabaniguán, aclara que ese era el partido judicial “de Francisco Vicente Aguilera, quien tenía allí su propiedad mayor de tierras.” Allí estaba su hacienda Santa Ana del Cayojo, en Las Tunas, donde reclutó a la tropa con la que apoyó el ataque a Bayamo al cumplir la orden de Céspedes de cubrir el camino de Holguín.
En su formidable relato sobre la Asamblea de Guáimaro, describe así su entrada en aquel pueblo como parte del cortejo cespedista: “Francisco Vicente Aguilera, alto y tostado, y con la barba por el pecho, viene hablando, a paso de hacienda, con un anciano muy florido, muy blanco y canoso, con el abogado Ramón de Céspedes.” La vívida descripción martiana del físico de Aguilera se completa con la imagen de “a paso de hacienda” con que alude a su origen señorial.
Finalmente, Martí vuelve sobre Aguilera en una nota de la sección “En casa” de Patria en que alude a la noble conducta de Aguilera en Estados Unidos desde 1871 cuando en virtud de su condición de vicepresidente de la República en Armas fue enviado por el presidente Céspedes para cortar los antagonismos entre los emigrados que impedían la llegada de expediciones con recursos para quienes peleaban por Cuba libre. La nota está dedicada a explicar la renovada ornamentación del club San Carlos, centro de la emigración de Cayo Hueso, y destaca cómo resaltaban “tallados en lo azul, los nombres de Carlos Manuel de Céspedes, que nos echó a vivir a todos, y Francisco Vicente Aguilera, que amó tanto a San Carlos.” De este modo evocaba la abierta toma de partido de Aguilera junto a los trabajadores de la emigración, quienes nunca desmayaron en su entrega a la causa patriótica y su rechazo a la camarilla de Miguel Aldama en Nueva York, que manejaba los asuntos de Cuba bajo la postura de defender por encima de todo sus intereses propietarios.
Aguilera murió en 1877, en la mayor pobreza, sin haber podido enviar la expedición para la que tanto trabajó y que financiaron los tabaqueros, quienes lo homenajearon al colocar su efigie en el club San Carlos. Y con emoción desbordada Martí ensalza al prócer bayamés: “¡Anda de moda tener en menos a aquellos a cuya mesa comió como hermano el millonario heroico, el caballero intachable, el padre de la república, Francisco Vicente Aguilera!”.
Si las dos primeras frases destacan las cualidades humanas de Aguilera, al calificarlo como “el padre de la república” Martí lo sitúa en el alto escalón de creador del objetivo por el que trabajaba el Partido Revolucionario Cubano bajo su conducción: la república nueva, con todos y para el bien de todos, al servicio de nuestra América y del mundo.
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