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Francesco Rosi

27 de septiembre de 2017

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Una constelación de cineastas concurrió a los debates del Congreso Cultural de La Habana, en enero de 1968. Se dieron cita el inglés Tony Richardson, director de Tom Jones; el francés Jean Luc Godard, figura clave de la cinematografía mundial; el español Juan Antonio Bardem, recordado por las cintas Muerte de un ciclista y Calle Mayor; William Klein, realizador de ¿Quién eres tú, Polly Magoo? y otros nombres significativos. En la relación de los invitados que llegaron en la mañana del 3 de enero de 1968 también estaba el italiano Francesco Rosi.

“Lo que más me interesa de Cuba no es la ciudad con sus referencias arquitectónicas; me interesa, sobre todo, lo que se hace aquí para los jóvenes y de parte de los jóvenes. Hay un entusiasmo, una esperanza, una tensión y esto me parece que debe impulsar a un observador extranjero con sensibilidad”.

Director multilaureado, acreedor de premios en los festivales de Venecia, San Sebastián, Berlín; con cintas en su haber –como Salvatore Giuliano, Manos sobre la ciudad y El momento de la verdad– capaces de ganarse un espacio en la más selecta antología de la cinematografía europea, Francesco Rosi se autotituló simple y llanamente un observador extranjero más dentro de una delegación de la cual participaban compositores, músicos, editores, escritores.

En las sesiones del Congreso, en los pasillos, en el hotel, el director napolitano pudo estrechar las manos y debatir criterios con intelectuales de todas las nacionalidades, idiomas y opiniones.

Por entonces a Rosi le faltaban por filmar varias películas de reconocida calidad, entre ellas Crónica de una muerte anunciada, de 1986, rodada sobre un guión de Gabriel García Márquez. El cineasta seguiría pues, siendo noticia.

Rosi estudió Derecho, a pesar de estar interesado en estudiar cine. Entró a la industria cinematográfico como asistente de Luchino Visconti, en el filme La tierra tiembla, en 1948. Durante los años 60, Rosi dirigió filmes que se centraban en temas controvertidos. Uno de estos fue Salvatore Giuliano, sobre la vida del célebre bandolero del mismo nombre, por el que ganó el Oso de Plata a la mejor dirección en el Festival Internacional de Cine de Berlín en 1962. Entre 1972 y 1976, Rosi dirigió dos filmes que son considerados sus obras más importantes. El primero es El caso Mattei, con el cual ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1972, seguido por Lucky Luciano en 1974.

Recibió un Oso de Oro Honorífico el 14 de febrero de 2008. Murió el 10 de enero de 2015 a los 92 años.

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