Fortaleza de San Carlos de la Cabaña
25 de septiembre de 2015
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La fortaleza militar San Carlos de la Cabaña acoge en su recinto en la actualidad una animada vida cultural. Escenario de eventos trascendentales, como la ya tradicional Feria del Libro, importantes exposiciones de arte y escenario de la Bienal de Arte de La Habana, conciertos de importantes figuras de la música nacional e internacional y el tradicional acto de el Cañonazo de las 9:00 de la noche, ligado de manera indisoluble a la vida de nuestros habitantes; todas estas manifestaciones hacen el deleite de todo aquel que la visita y recorre sus extensas plazas, las galerías abovedadas y los caminos empedrados que ofrecen una esplendida vista de nuestra ciudad antigua.
Sus autores fueron los ingenieros militares Silvestre Abarca y Pedro de Medina. Las obras comenzaron en 1763, luego del asedio inglés a la Isla, cuando se puso de manifiesto la necesidad de la defensa de la ciudad desde determinados puntos estratégicos de la misma que demostraron su invulnerabilidad, los que hasta el momento no se hallaban fortificados. Los trabajos finalizaron en 1774, sin embargo, no pudo cumplir su objetivo porque la ciudad no recibió desde la fecha, otro ataque enemigo de la corona española.
Se considera un prototipo de la arquitectura militar del siglo XVIII, que conjugó para sí los adelantos de la técnica armamentista de su época con los componentes arquitectónicos y espaciales empleados en su conformación.
La fortaleza de San Carlos de la Cabaña está formada por un polígono atrincherado de forma alargada, con un amplio y profundo foso que da hacia el lado de tierra, en este se ubicaron obras de gran complejidad: revellines, tenazas y puentes. El acceso a la misma se efectúa a través de una portada monumental; una vez en su interior, se llega a su amplia y bien proporcionada Plaza de Armas; las baterías, cuarteles y la hermosa capilla en la Plaza de San Francisco, que se comunican entre sí a través de un sistema de calles, rampas y hermosos jardines.
Su restauración se llevó a cabo en la década del ’90 por el arquitecto José Capello y un nutrido grupo multidisciplinario formado por especialistas de la Oficina del Historiador de la Ciudad. Sus visuales hacia la ciudad gozan de una belleza extraordinaria y peculiar es para muchos, la puesta de sol que desde aquí se puede disfrutar.
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