Fin de Siglo: del Bazar a la Tienda por Departamentos
22 de noviembre de 2019
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Entre 1917 y 1925 la Sociedad Mercantil Regular Colectiva García y Sisto adquirió, por título de compraventa, las casas señaladas con los Nos. 21, 23 y 25 (antiguos) de la calle San Rafael, y las Nos. 80 y 84 (antiguos) de Águila. A partir de entonces estas edificaciones tuvieron un destino común, siendo utilizadas como sede del establecimiento comercial nombrado Fin de Siglo, que llegaría a ser una de las tiendas más renombradas de La Habana, ubicada en la manzana de terreno conformada por las calles San Rafael, Galiano, Águila y San José, con accesos por las tres primeras.
Desde 1897 radicaba en la casa de una planta señalada como San Rafael No. 21 esquina a Águila un establecimiento de sedería, quincalla, perfumería y joyería nombrado Bazar Fin de Siglo, sin dudas una alusión a la época en que abrió. La tienda fue propiedad de la sociedad Alonso e Inclán hasta marzo de 1901, fecha en que terminó su contrato de arrendamiento sobre el inmueble.
A partir de mayo del propio 1901 la casa fue arrendaba, para continuar funcionando como establecimiento de tejidos y sedería, por el joven comerciante asturiano Constantino Inclán y Álvarez, por su apellido, probable miembro de la sociedad que le precedió en el alquiler del espacio. También por eso, el comercio debe haber mantenido su nombre original.
Al concluir el anterior contrato, el inmueble fue arrendado por la Sociedad Mercantil Regular Colectiva de García y Sisto, en 1910. Esta sociedad, constituida desde 1909, tenía como únicos socios a los comerciantes españoles Casimiro García Rubio y Joaquín Sisto Vázquez, y alquiló la edificación para administrar en ella un establecimiento comercial. Así, en el acuerdo judicial firmado, se estipulaba que estaban autorizados a construir tabiques y realizar cuantas obras necesitasen dentro del inmueble para la comodidad de su negocio.
Entre las obras ejecutadas, se hallaba la apertura de la pared medianera entre esta casa y la contigua San Rafael No. 23, que desde 1914 aproximadamente, quedaron comunicadas interiormente.
Joaquín Sisto Vázquez provenía de una familia de emprendedores. Sus tres hermanos mayores llegaron a Cuba, desde Galicia, a finales del siglo XIX: el mayor y primero en llegar fue Antonio, luego Juan y finalmente Manuel. Gracias a su empeño y constante trabajo, lograron introducirse en el negocio de la exportación de tabaco y el transporte de mercancías y pasajeros en la bahía de La Habana, llegando incluso a ser propietarios de una flota de pesqueros y de buques remolcadores. Con las ganancias que obtenían, se iniciaron en el mundo del comercio, abriendo un pequeño bazar, e hicieron venir desde España a su hermano menor, Joaquín, a quien le costearon estudios de Comercio en La Habana para que pudiera dedicarse al negocio familiar.
En 1917 la Sociedad García y Sisto compró la casa San Rafael No. 21, convirtiéndose desde ese momento en dueños de la edificación y de la tienda, y en 1920 adquirieron San Rafael No. 23 y la totalidad de la finca Águila No. 84 entre San Rafael y San José.
Al parecer, los negocios iban muy bien, y el prestigio que había alcanzado el establecimiento se manifiesta en la publicación, a hoja completa, de anuncios de su departamento de confecciones femeninas en la revista cubana más importante de entonces, Social.
Esta bonanza también se hizo evidente con la ampliación que experimentó la tienda en 1921, pues sus propietarios construyeron para ella un edificio de cuatro pisos. El elegante inmueble era de estilo ecléctico, con una planta baja formada por grandes vanos vidrieras que permitían visualizar el interior del establecimiento desde la calle, y con las entradas realzadas gracias a la presencia de elegantes marquesinas. Los pisos superiores se caracterizaron por la profusión y simetría de sus vanos, intercalados entre colosales pilastras jónicas o paneles en alto relieve. Poseía, además, una cornisa denticulada. Las obras corrieron bajo la dirección facultativa de la compañía de ingenieros, arquitectos y contratistas Albarrán y Bibal. El arquitecto Alejandro Capó se encargó del diseño del nuevo inmueble.
En 1925 los señores Casimiro García Rubio y Joaquín Sisto Vázquez también compraron la casa Águila No. 80 entre San Rafael y San José, en la cual la sociedad había rentado varios locales desde 1911 y utilizaban el patio para almacenar las mercaderías propias del giro a que se dedicaban.
A partir de 1925 las cuatro construcciones antes referenciadas pertenecían, de por mitad, a los españoles Joaquín Sisto Vázquez y Casimiro García Rubio. Estos eran predios contiguos y materialmente unidos entre sí, pues San Rafael Nos. 21, 23 y 25 y Águila No. 80 formaban un lote contiguo, y Águila No. 84, aunque estaba separada de la No. 80 por la No. 82, quedaba unida a la casa No. 80 por detrás de la 82, en forma de martillo. Así, en enero de 1930 estos señores decidieron refundir o agrupar las fincas, conformando una sola que quedó compuesta “de un edificio central construido de estructura de acero y cemento que ocupa el terreno que perteneció a las casas Nos. 21 y 23 de la calle San Rafael, y de tres edificios anexos a ese principal que son el No. 25 de San Rafael y los Nos. 80 y 84 de Águila, construidos todos de mampostería y azotea”. La nueva finca ocupaba un terreno compuesto por 1 864 m 49 cm².
En julio de 1932 Casimiro García Rubio (casado con Emma Solís Mendieta) y Joaquín Sisto Vázquez (casado con Julia Ramos) dieron la finca en arrendamiento a la sociedad anónima denominada Fin de Siglo, S.A., constituida por tiempo indefinido según escritura de 16 de junio de 1932 y domiciliada en el edificio objeto del arrendamiento. Fungía como Presidente de la sociedad el señor Manuel Naz y Amado y como Secretario Juan Ramírez de Arellano y González de Mendoza. Consta que en el edificio arrendado estaban instalados los almacenes Fin de Siglo.
Tras la crisis económica de 1929 y la promulgación de la Ley de nacionalización del trabajo de 1933, Joaquín Sisto Vázquez, como Presidente de Fin de Siglo S.A., se vio obligado a buscar una inyección de capital externo, y para ello se asoció al austriaco Amado Grabiel y Grabiel. Este señor se estableció en Cuba con 15 años, pues acá ya vivían algunos familiares suyos. Junto a su hermano Julio, fundó la mueblería La Casa Americana, en Neptuno y Perseverancia, y luego, El Leader, en Belascoaín, y desde 1935 se convirtió en gerente y accionista mayoritario del establecimiento de tejidos, sedería y anexos Fin de Siglo.
En los años 1940 la tienda continuó disfrutando de su popularidad, aunque nunca comparada con la de su vecina El Encanto. Algunos de los productos que se ofrecían en sus salones, se publicitaban en revistas seriadas como Bohemia.
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