Ferruccio Burco
15 de septiembre de 2021
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Como “el Fenómeno”, así, entre comillas, calificó a Ferruccio Burco la edición del 10 de septiembre de 1950 de la revista Bohemia, que lo anunciaba como “el director de orquesta más joven del mundo”, quien se hallaba en La Habana para dirigir la Orquesta Filarmónica.
Ferruccio, que al colocarse delante del atril se convertía en el maestro Burco, contaba apenas once años al presentarse en el teatro Auditórium de la capital cubana.
Nacido en Milán en abril de 1939, contaba el padre del pequeño la curiosa manera como descubrieron las inusuales aptitudes de Ferruccio para la apreciación musical.
“Cuando ya había cumplido los cuatro años fue que tuvimos la revelación definitiva de que el niño llevaba la música dentro. De regreso de un concierto con la madre, le dijo con un convencimiento que a todos nos maravilló:
—Mamá, tengo que protestarte. En la romanza has saltado de la primera a la tercera parte. La segunda parte la olvidaste por completo.
—¿Es cierto eso?, pregunté a mi esposa.
—¡Cierto!, responde ella. Y solo un conocedor de la partitura puede darse cuenta.
Unos días después, en un ensayo para otro concierto de la madre, Ferruccio se adueñó de la batuta del director. Y cuéntase que el chico preguntó a los ejecutantes si estaban listos para comenzar, alzó los brazos, hizo un movimiento con la batuta ¡y zas, se hizo la música!
Los conciertos en La Habana se dieron los días 15, 18 y 22 de septiembre, con mucha publicidad y curiosidad en torno a los mismos. El último, el día 29, en la Plaza de la Catedral, permitió a una gran multitud evaluar las facultades del novel director. Obras de Rossini, Wagner, Verdi, Berlioz, Beethoven, Mascagni, Bizet, Puccini y Mozart se escucharon sorprendentemente bien bajo la conducción del pequeño talento.
La prensa daba cuenta en estos términos:
“Después del grandioso éxito obtenido en la premier de gala el pasado viernes, se espera ver un lleno completo en el gran coliseo de la calle Calzada, debido al interés despertado después de su primer concierto”.
Fuera del foso orquestal, se asegura que Ferruccio era un niño como los demás. El periodista Don Galaor lo cazó en el hotel y lo halló en la piscina, con su copiosa melena mojada. En bastante buen español, Ferruccio le confesó:¡Con las ganas que tenía de un poco de sol! Y prosiguió con naturalidad su divertido chapuzón.
Burco murió joven, a los 26 años, en un accidente en 1965.
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