Fernando Álvarez: siempre el bolero (I)
31 de mayo de 2024
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A este santiaguero de pura cepa el bolero le corría por las venas. Cuando interpretó “Dos Gardenias”, la propia Isolina Carrillo reconoció que acaso pudiera creerse que esta pieza la compuso para él, sin embargo, ya desde mucho antes había sido versionada por otras grandes figuras.
Lo mismo sucedió con “Bájate de esa nube”, “Llanto de luna”,” La noche de anoche” y “Si no eres tú”, por sólo recordar algunas. Cada número del repertorio de Fernando Álvarez (Santiago de Cuba, 4 de noviembre de 1927-La Habana, 22 de agosto de 2002) llevaba su sello inimitable y hacía complicado incluso que después, por temor al fracaso, otros lo asumieran.
Desde que tuvo uso de razón, Fernando Álvarez siempre estuvo en el canto. Lo afirmaba con insistencia en cada una de las muchas entrevistas que concedió a críticos, periodistas y escritores a lo largo de su carrera. A fin de cuentas, nada ni nadie pudo apartarlo de su destino.
En la escuelita de barrio recibió los primeros aplausos. Por las noches, al lado de su casa en Santa Úrsula, se reunían viejos trovadores para cantar a Sindo, Matamoros, Machín… mientras el vecinito seguía atento cada nota con su garganta.
Para quien conozca algunos de estos hechos no debe resultar extraño que el futuro bolerista, famoso entre los famosos, iniciara su carrera artística recién salido de la adolescencia. Del conjunto Hermanos Giro, apenas “un grupito”, pasó a la orquesta Armonía Tropical, de Alfredo Torres. Con Pancho Portuondo hizo algunas transmisiones de radio.
Su posterior estancia en la orquesta de Mariano Mercerón, compartiendo escenario con Benny Moré y Pacho Alonso, sería, sin duda alguna, determinante para su carrera. El caso es que un día el Bárbaro del Ritmo “me dice –cuenta Fernando en una entrevista– que tenía intenciones de hacer una banda gigante en La Habana, que si yo quería venir con él”.
“Yo tenía sólo 21 años. Benny le dijo a mis padres que no se preocuparan por mí, y que hasta que yo no fuera una figura, no me abandonaría. Así mismo fue. Ni siendo figura, él me abandonó”.
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