Factores que ocasionan la pérdida de la biodiversidad: Cuba y las Antillas
13 de septiembre de 2019
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Según la UINC, de las aproximadamente 48, 000 especies de animales evaluadas, unas 18,000 están amenazadas: 21% corresponden a los mamíferos, 30% a los anfibios, 12% a las aves, 28% a los reptiles y 37% a los peces de agua dulce. Y este proceso de amenaza y extinción sigue su paso arrolladoramente, por ejemplo en los últimos 30 años han desaparecido 21 especies de aves. Estos datos confirman la situación dramática de la pérdida de biodiversidad, fundamentalmente por la acción indiscriminada del ser humano sobre la naturaleza. Ni las Antillas, ni Cuba en particular están exentas de esto, pues han sido sometidas a una fuerte deforestación durante muchos años.
La fauna extinta y viviente de Cuba está constituida por táxones antiguos, escaso número de categorías taxonómicas superiores, especies muy pequeñas o gigantes en diferentes grupos y un elevado endemismo. Además, existen fuertes procesos de radiación adaptativa, mediante el cual varios grupos se diversifican extraordinariamente produciendo muchas especies emparentadas entre sí, pero que ocupan hábitat y recursos diferentes, o especies que no son filogenéticamente cercanas entre sí, pero utilizan recursos similares.
La destrucción del hábitat es la causa principal que amenaza a la biodiversidad en todo el planeta.
Desde la llegada de los europeos a Cuba se tienen evidencias de la pérdida de la cobertura boscosa, y se plantea que en el siglo XVI más de 70% del territorio de Cuba estaba cubierto de bosques. En 1900 se redujo a 41% de cobertura y en 1959 sólo quedaba 14%, debido fundamentalmente por el intenso desarrollo de la industria azucarera durante aquellos años. Todo esto, unido al crecimiento urbano, la industrialización y el acelerado desarrollo del turismo, produjo un descenso de la biodiversidad cubana. Sin embargo, datos más recientes indican que desde el año 1990 el área boscosa aumentó hasta alcanzar 24,7% en el año 2005, y aunque la mayor parte de este incremento se debió a plantaciones forestales, el área de los bosques naturales creció en 2,4%. (Fig. 1).
El Caribe insular o subregión Antillana es uno de los 25 sitios de mayor importancia en el mundo en cuanto a la conservación de la biodiversidad. La principal amenaza en esta zona es la pérdida continua de los ecosistemas y hábitats naturales. La presión ejercida por las poblaciones humanas que se expanden, la introducción de especies exóticas de plantas y animales, la caza y el tráfico ilegal de especies se suman a la lista de amenazas y ahora se añade el efecto del cambio climático, que en las islas afecta de un modo mucho más sensible.
En esta subregión existen otros factores que limitan la realización de acciones de conservación, por ejemplo, conocimiento biológico y conciencia ambientalista limitados, falta de recursos financieros, de personal capacitado, de coordinación entre las actividades de conservación que se realizan y la capacidad local para efectuar estudios y monitoreos de los sitios y especies más afectados.
Durante años, los ecosistemas acuáticos han sido contaminados por los desechos que industrias y poblados vierten directamente a sus aguas, sin pasar por ninguna planta de tratamiento. Nuestros lagunas y ríos no son de gran magnitud, sin embrago, una gran diversidad de especies habita en esos cuerpos de agua, muchas de ellas exclusivas e importantes para el mantenimiento del equilibrio de estos ecosistemas.
Otro aspecto problemático es la descarga de materiales no biodegradables en los ecosistemas acuáticos y boscosos: detergentes, plaguicidas, lubricantes y otros desechos se vierten tanto en aguas interiores así como en las costas: plásticos, cristales, metales, que difícilmente se descomponen de forma natural, todo esto ocasiona el envenenamiento de la flora y la fauna.
Y qué decir acerca de una de las afectaciones más serias a la pérdida de la biodiversidad: la salinización y desertificación de los suelos debido a la destrucción de la barrera protectora que constituyen los manglares y la vegetación costera, la canalización de los cuerpos de agua interiores o por la sobre explotación de las aguas subterráneas.
El desarrollo de la minería también atenta contra la conservación de la biodiversidad. Por ejemplo, en Cuba, el caso más grave es el de la industria niquelífera al norte del territorio oriental, cuyas excavaciones para extraer el mineral han arrasado con grandes extensiones de bosques, y también el proceso industrial del níquel se ha convertido en el principal contaminante de la región.
La captura indiscriminada, la comercialización ilegal y la deforestación, son tres factores que combinados han provocado la extinción de innumerables especies animales y han puesto en estado crítico a otras. La caza y la pesca furtivas es un mal que afecta a la fauna de todo el planeta, la falta de control de estas actividades permite que se desconozca lo que realmente se extrae de la naturaleza de manera que se sobreexplotan selectivamente algunas especies.
Los incendios forestales son una gran amenaza, en los períodos de sequía se agudizan y son un gran desastre en aquellos ecosistemas de alta diversidad biológica como el herbazal de ciénaga y los matorrales xeromorfos.
El archipiélago cubano es afectado con mucha frecuencia por huracanes que ocasionan grandes daños a los ecosistemas boscosos, modificando la alimentación y el refugio de muchas especies animales. Sin embrago, se ha podido apreciar que los hábitats tropicales y su fauna se recuperan relativamente rápido de estos fenómenos climatológicos.
Encontrar un balance entre la necesidad imperiosa de explotar los recursos naturales y la protección del medio ambiente es uno de los más grandes retos que enfrenta nuestro país.
Recordemos que… “la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Solo hay un modo de que ella perdure: respetarla y servirla.
Fuente: Libro Rojo de los Vertebrados de Cuba. Instituto de Ecología y Sistemática. La Habana, 2012.
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