ribbon

Extraordinario aunque casi olvidado

3 de septiembre de 2019

|

 

 

No es la primera vez que me refiero a grandes músicos cubanos de quienes poco se habla. Esta vez voy a referirme a quien, a pesar de haber sido extraordinario, es casi desconocido por la generación actual: Ñico Rojas.

Nacido en el barrio de Centro Habana, en 1921, y de profesión ingeniero, este artista se interesó por la música desde niño, y la guitarra se convirtió en su inseparable compañera. No estudió en ningún conservatorio, pero lo mismo escuchaba a los clásicos europeos que a los grandes músicos cubanos y, de este modo, desarrolló una capacidad enorme para crear obras vocales fabulosas y música para guitarra que, el destacado intérprete de este instrumento Ildefonso Acosta considera “una de las figuras más genuinas de la guitarrística y la música cubana”. Por su parte, la importante compositora y pionera del filin, Martha Valdés, evocando el momento en que lo conoció, expresó: “En Ñico descubrí una polifonía no escuchada hasta ese momento, así como armonías únicas en el instrumento solista.” Creo que estos testimonios son suficientes para convencernos que Ñico Rojas fue un músico extraordinario.

Su nombre real era José Antonio, pero desde pequeño, sus amiguitos le llamaban “Ñico”, con el que ha pasado a la historia. Muy joven aún conoció a su tocayo: José Antonio Méndez, con quien estrechó lazos de amistad, lo mismo que con otros representantes del movimiento del filin, género que él también cultivó. Además, era fanático de Benny Moré, de Aida Diestro (Directora del cuarteto Las D’Aida), de Ignacio Villa (Bola de Nieve), de Rafael Lay, y de otros grandes de la música, cubanos y extranjeros, quienes fueron sus amigos; pero mención aparte merece Frank Emilio, el pianista ciego que se convirtió en una estrella de la música cubana, quien lo acercó al jazz y junto a quien actuó en el Lincoln Center de Nueva York. En Cuba, la radio y la televisión le abrieron las puertas, lo mismo que el Museo de Bellas Artes.

Es increíble que un músico tan extraordinario como Ñico Rojas, cuyas obras han sido interpretadas por extraordinarios guitarristas fuera y dentro de nuestro país; y por cantantes como Argelia Fragoso, en la actualidad reciba tan poca promoción. Sin embargo, la joven guitarrista Mabel González, interpretó en su tesis de graduación la excelente guajira: “A mi madre”, y se ha convertido en intérprete de este artista inmenso de cuya autoría se han perdido muchas obras, porque él no las podía escribir; pero el Museo de la Música atesora las que han sobrevivido y, además, tuvo la feliz iniciativa de publicar, en el año 2008, el libro titulado: Ñico Rojas, de Ivón Peñalver.

Entre las más conocidas de sus creaciones están las canciones: “Ahora sé que te quiero”, “Sé consciente”, “Mi ayer”, “Soy un hombre feliz”, y obras de concierto para guitarra como el preludio “Vili” y la “Suite cubana.”

Espero que luego de haberse acercado a mi comentario, coincida conmigo en que los medios de difusión masiva están en deuda con esta gloria de la música cubana que, aunque ya no está entre nosotros, dejó su huella en la historia de nuestra cultura, para siempre.

Galería de Imágenes

Comentarios