Espadero no fue solo un romántico (II)
8 de abril de 2016
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Tal como prometí en mi comentario anterior, continúo hoy ofreciendo otras informaciones importantes sobre el gran músico que fue Nicolás Ruiz Espadero.
Empezaré por decir que el hogar donde nació y creció, era un verdadero centro intelectual, donde se reunían cubanos y extranjeros amantes de la música, algunos de los cuales se unían a Doña Dolores Espadero, talentosa pianista, para ofrecer interpretaciones del repertorio clásico universal; pero en esas reuniones también se conversaba sobre literatura, teatro, filosofía y política, pues Don Nicolás Ruíz Palomino fue un hombre de convicciones liberales muy firmes, aunque también haya caído en el olvido.
No es difícil intuir entonces, que nuestro músico recibiera una formación musical rigurosa y disciplinada iniciada con la madre y continuada con los mejores profesores de entonces: Julián Fontana, José Miró y Fernando Arizti.
En el ensayo de Cecilio Tieles sobre Nicolás Ruiz Espadero, llama mi atención su referencia a Martí quien, como todos sabemos, era asiduo asistente a recitales y conciertos, pero nunca se alude a su opinión sobre este gran compositor, lo que sí aparece en esta obra, y cita a nuestro apóstol cuando escribió en el periódico Patria: “En el Salón de Behr /…/ , es como cosa nuestra. Allí celebramos a Espadero, quien puso en música el gemido del alma cubana, y a veces su majestad y su tormenta /…/”.
Un año después de la muerte de Espadero, Martí pronunció un discurso donde le rinde homenaje póstumo, y lo define como “artista de veras”, “domador de notas”, que sufre el medio hostil y de incomprensión que lo rodeaba. También incluye Tieles fragmentos de algunas cartas donde Martí se refiere a Espadero –como la misiva enviada a Manuela Agramonte–, donde dice. “Un hombre que se cultiva y se levanta por sí propio, es el más alto de los reyes, y puede mirar como a inferiores a todos estos vanos encopetados que no hayan vencido tanto como él”.
Muy pocas personas conocen que Nicolás Ruiz Espadero escribió el Prólogo para la edición de las obras póstumas de Gottschalk, en el cual evidencia sus opiniones pedagógicas, filosóficas y estéticas. Y aunque es un criterio generalizado que ambos eran afines en todo, lo cierto es que sus caminos musicales eran bien distintos: uno defendía las raíces europeas y el otro las africanas.
Respecto al Catálogo de Obras de Espadero, no todas sus partituras han podido ser localizadas y de otras solo se conoce el título; pero existen numerosos manuscritos. De lo que estoy segura es que exceden en número a lo promocionado, pues el ensayo de Tieles así lo confirma, y expresa su opinión al decir que existe una evidente evolución en la creación del compositor desde sus primeras obras, donde resalta sus contradanzas y aquellas de ideas místicas y filosóficas, pues en su creación temprana y media, “se distingue claramente su compromiso con una estética basada en lo nacional, pero no entendido de manera parcial y excluyente”. También menciona Tieles, obras basadas en melodías y ritmos criollos como “Canto del guajiro”, entre otras, partituras basadas en la forma y manera de hacer de la canción cubana de ascendencia hispánica, como “Barcarola”, y de aquellas con textos de contenido nacional como “Canto del esclavo”. Finalmente, Tieles señala cuatro características en el compositor: Pertenece al romanticismo musical; su música se enmarca dentro de la corriente nacionalista; en ella hay influencia de Mendelssohn y la música eslava, a través de Chopin y Rubinstein, algo que no es ajeno a otros compositores cubanos como Cervantes.
Otro aspecto que señala el autor del ensayo sobre Espadero, es que arreglaba sus propias obras para diversos instrumentos y que compuso varias para violín.
Sobre Gottschalk, a quien el propio Carpentier se refiere como un gran amigo, a pesar de tener un carácter totalmente opuesto al de Espadero, Cecilio Tieles dice en su ensayo: “La desidia de Gottschalk no contribuyó a la mejor interpretación de sus obras”. Tal vez en otra ocasión pueda referirme a la relación que hubo realmente entre ellos, porque el objetivo de este comentario es hacer justicia a Nicolás Ruiz Espadero, cuya creación debía ser más estudiada.
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