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Escultura del Caballero de París

17 de abril de 2017

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Calle de los Oficios. Plaza de San Francisco

 

El Caballero de París en La Habana

El Caballero de París en La Habana

 

Por  el frente del vetusto convento franciscano en el centro histórico de la ciudad, se mezcla con la multitud de caminantes, la figura en bronce del Caballero de París, obra del escultor cubano José Villa Soberón, quien magistralmente eternizó la presencia de este personaje popular en la ciudad, que durante décadas recorrió indistintamente nuestras calles, plazas y paseos. En la actualidad es admirado por cientos de  personas que toman su dedo índice o le acarician la barba para que les conceda un deseo, bonita tradición que arraigó prontamente en el público que por aquí pasa.

 

Foto del Caballero de París

Foto del Caballero de París

 

El Caballero de París otra vez camina libre bajo el sol y como refirió el propio escultor, su obra está dirigida a… perpetuar en La Habana una imagen que durante décadas fue leyenda obligada de la ciudad.

Su nombre real fue Juan Manuel López Lledín, nacido en la provincia de Lugo, España, a finales de 1899. Siendo muy joven emigró a Cuba y se estableció en la capital. Cuentan que trabajó en los hoteles Telégrafo, Sevilla y Manhattan y que padeció de delirio luego de haber sido acusado injustamente de robo, en una casa donde desempeñó como criado. La vergüenza hizo mella en la lucidez de este hombre honrado y una vez en libertad, se dedicó a deambular sin descanso por las calles de la ciudad que hizo suya y convirtió en su morada. Afirman los mayores que le vieron por el Prado, la Avenida del Puerto, la Alameda de Paula, el Parque Central, por infinitas calles de Marianao y el Vedado, por donde, siendo muy niña recuerda haberlo visto quien les escribe.

 

El Caballero de París, escultura

El Caballero de París, escultura

 

Pasaron los años, envejeció y su figura gallarda se deterioró considerablemente, por esto fue internado en el Hospital Psiquiátrico de La Habana en los años ‘80, donde más tarde falleció. Sus restos mortales descansan hoy a pocos pasos de la escultura, en el convento de San Francisco de Asís. Fueron traídos hasta aquí desde el cementerio de Santiago de las Vegas donde encontró reposo después de su muerte, el 11 de julio de 1985.

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