Ernesto Lecuona-Epistolario (XXXV)
22 de abril de 2016
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En librerías de la capital y provincias cubanas se encuentra a la venta la segunda edición de nuestro libro Ernesto Lecuona: cartas, que, publicada por la editorial Oriente, de Santiago de Cuba, se diera a conocer en la más reciente edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana.
Y para que los lectores de esta sección aprecien el contenido del aludido título, continuamos en De Ayer y de Siempre la inserción de gran parte de las epístolas que integran la aludida obra
Hacia octubre de 1955 Ernesto Lecuona realizó en La Habana una acuciosa revisión de sus distintas partituras de María la O, Rosa la China y El cafetal a fin de que, atendiendo sus orientaciones, Félix Guerrero escribiera la orquestación con que este último dirigiría a los solistas, los coros y la Orquesta de Cámara de Madrid, al grabarse esas tres zarzuelas el siguiente año en la capital española para la firma Montilla.
Como intérpretes principales fueron escogidos los notables cantantes españoles Dolores Pérez y Luis Sagi-Vela, secundados por Luisa de Córdoba y el cubano Maño López. En María la O se añadió al elenco antes mencionado el tenor José Granados y en El cafetal a la soprano Natalia Lombay y el tenor Lauri Lazzari. El gran compositor y director de orquesta español Daniel Montorio sería seleccionado para la supervisión del resultado de las grabaciones.
En agosto de 1955 el puertorriqueño Fernando J. Montilla, quien había residido largo tiempo en La Habana, donde hizo importantes grabaciones discográficas, empezó a instar a Lecuona, mediante cartas, para que cristalizara su antiguo propósito de llevar al disco algunas de las producciones teatrales del maestro.
Sin considerar mucho el aspecto económico del negocio, pero consciente de la trascendencia internacional que tendría la grabación de una trilogía paradigmática de su zarzuelística, aceptó Lecuona la propuesta de Montilla, tras recibir la primera carta de una correspondencia mantenida entre ambos durante algunos meses. De ella se conservan tres de las misivas que el productor discográfico envió al maestro desde Nueva York. La primera la redactó el 30 de agosto de 1955:
Maestro Ernesto Lecuona
La Habana, Cuba
Estimado maestro Lecuona:
Aunque sin noticias suyas, estoy enterado de que se encuentra usted aún en La Habana y gozando de buena salud.
Le escribo nuevamente para saber si continúa usted interesado en la grabación de algunas zarzuelas de su repertorio en España, de acuerdo con nuestras conversaciones efectuadas en varias ocasiones. Creo que deberíamos concretar ya en firme este asunto puesto que soy de la opinión de que ya debíamos tener en el mercado algunas de sus obras grabadas.
Durante mi reciente visita a esa, puede cambiar impresiones con el maestro Félix Guerrero y soy de la opinión de que de estar usted ocupado podríamos hacer algunas de ellas con el maestro Guerrero, el cual está dispuesto para ir a España en el próximo mes de enero o de febrero. Félix estaría dispuesto a comunicarse con usted y revisar detenidamente las partituras, así como asimilar cualquiera que fuesen sus instrucciones para llevar a un feliz término la grabación de estas obras en España. La selección del repertorio la dejaría enteramente a su discreción y estaría dispuesto a pagarle a usted por anticipado una regalía basada en una venta inicial de no menos de 2 000 álbumes de cada obra grabada. Como quiera que este es un asunto de suma importancia y que aun en España costaría bastante dinero, le suplico considere esta proposición detenidamente, ya que esta música grabada en toda su gloria produciría un gran prestigio a Cuba y por consiguiente debemos todos colaborar para que dicho proyecto se materializase sin pérdida de tiempo alguno.
Estoy enviándole esta carta personalmente con mis buenos amigos Jesús Goris y Félix Guerrero y le suplico un cambio de impresiones con estos señores para que se me notifique cualquiera que fuese su manera de pensar sobre este particular.
Sin motivo para más y deseándole mucha salud y prosperidad, sepa le aprecia y le distingue su amigo,
Fernando J. Montilla
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