Erich Kleiber: Voluntad y carácter (I)
7 de noviembre de 2014
|Maestro eminente en la conducción de orquestas, intérprete genial de los grandes maestros de todos los tiempos: Erich Kleiber nace el 5 de agosto de 1890, en la Viena de Shubert y de Shöenberg, en el barrio de Schonbrunn, famoso por su majestuoso palacio de pálidos colores entre el amarillo y damasco. Entonces el doctor Franz Otto Kleiber, profesor de griego y latín, jamás pudo imaginar que ayudaría a engendrar a un hombre que alcanzaría los más altos pináculos del éxito legados a la trascendencia. En verdad, no porque fuera un niño prodigio, ya que el pequeño Erich estaba muy lejos de esa cualidad de excepción, sino porque desde la más temprana niñez, una voluntad y tenacidad sin límites a la vista, lo hacen dueño de una personalidad que han permitido las trasparencias artísticas que nos fue dando en el tiempo, para dejar una impresión de presencia de piedra pulida, finamente tallada.
Muy pequeño Erich Kleiber pierde a su padre; a partir de ese instante, comienza una extensa dilación en su vida íntima marcada por la mano de la muerte. Luego fallece su madre y es enviado a Praga por otros familiares, para que sus abuelos paternos se hicieran cargo de su educación, esto ocurre en el año 1896. Pero la desgracia se empeña una vez más en perseguir a esta familia marcada por la muerte; un año después, también fallecería su abuelo. Desde ese momento, el resto de la familia sufre una baja considerable en el nivel de vida. Por lo que unos tíos deciden enviarlo a Viena con el propósito de que ingresara en el Gimnasium y realizase en este plantel educacional, los estudios regulares de primaria y secundaria.
En 1900, Kleiber fue puesto en manos de un buen profesor de violín, aunque con relación a la música, ya hemos expresado que no fue esencialmente precoz.
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