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Epistolario de Ernesto Lecuona (IV)

15 de mayo de 2015

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Edelberto de Carrerá (Small) copiaEn librerías de diferentes ciudades cubanas ya se encuentra a disposición del público la segunda edición –ampliada– de nuestro libro “Ernesto Lecuona: cartas”, publicado por la Editorial Oriente, de Santiago de Cuba.
Hoy proseguimos la publicación de pasajes del aludido texto, a fin de que los asiduos lectores de esta sección puedan conocer el contendido de la obra.

 

La escasez de recintos teatrales en La Habana en el decenio de los treinta del pasado siglo —por solo interesar a la mayoría de los empresarios las ventajas económicas de las proyecciones fílmicas y las actuaciones de figuras y colectivos extranjeros— estuvo a punto de impedir, a principios de 1938, que Ernesto Lecuona presentase en la capital de la isla antillana a su entonces recién constituida Orquesta Femenina de Cuba, integrada por 56 jóvenes profesoras, y se viera en la necesidad de recurrir a Ramiro de La Presa a fin de protagonizar tal hecho artístico en Buenos Aires.
En tal sentido Augusto Ferrer de Couto comentaba el 21 de enero de ese año en ¡Alerta!:
El maestro Lecuona ha terminado ya la organización y ensayos de la gran Orquesta Femenina Cubana [sic] […] con la cual embarcará próximamente para la República Argentina.
Como quiera que el maestro Lecuona no ha podido encontrar teatro con capacidad suficiente para la presentación de esta gran orquesta y también la de La Habana, formada por él hace tres años, probablemente no disfrutará La Habana de esta función que quedaría grabada con letras de oro en el recuerdo de todos los amantes del arte.
Lecuona acaba de recibir un cable de Ramiro de La Presa en el cual le pide que le dé fecha de salida para la capital del Plata con la orquesta de señoritas y la compañía cubana que llevará a la Argentina para presentarla en la temporada de invierno, que allá comienza en mayo, en el teatro Avenida.
[…]
Es una lástima que los interesados en Cuba por el progreso de nuestro teatro y nuestra música, muestren una apatía e indolencia casi culpables, cuando se trata de llevar a la realidad un empeño tan bello para nuestro arte como el que se propone el maestro Lecuona.

 

De inmediato, el doctor Edelberto de Carrerá, empresario del Auditórium, envió una carta a Lecuona, en la que puso a disposición del maestro ese coliseo para que pudiese presentar su proyectado concierto el 4 de febrero de 1938.

 

Maestro Lecuona:

Por la prensa diaria me he enterado de sus propósitos de embarcar para Buenos Aires con la Orquesta Femenina de cincuenta profesoras, debido a que no encuentra en La Habana escenario disponible para su presentación. En la nota publicada en la prensa se habla de “indolencia culpable”.

Quiero, maestro Lecuona, que usted sepa que, aparte de los intereses creados que todos conocemos y que está fuera de nuestro alcance controlar, aún hay en Cuba cubanos cien por ciento que saben apreciar lo bueno del patio, dispuestos a poner a su disposición lo que a su alcance esté.

El teatro Auditórium, que como usted bien sabe es sede de lo más alto y mejor que en materia artística se ofrece al público habanero —como teatro de Pro-Arte Musical que no necesita encomios— está a su disposición. La fecha del 4 de febrero, viernes, a las cinco de la tarde, es suya. Puede usted determinar lo que crea conveniente, pues nuestro teatro se honrará con cualquier programa, por ser un programa de Lecuona.

 

Suyo affmo. amigo,

 

Doctor Edelberto de Carrerá.

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