Enzo Maiorca
23 de septiembre de 2016
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Cayo Ávalos, en la zona meridional y al este de Isla de la Juventud, en pleno archipiélago de los Canarreos, acoge al visitante con su paradisíaco paisaje de bellas palmeras, finas arenas y fondos cristalinos. Allí, entre los días 5 y 8 de septiembre de 1967 se efectuó el VII Campeonato Mundial de Caza Submarina.
Por vez primera se escogían las aguas del Caribe como punto de reunión de los pescadores submarinos de 30 países de todos los continentes. La ocasión serviría además para la realización de exhibiciones de una actividad entonces no muy divulgada en estas latitudes, aunque sí practicada en Europa: la inmersión en apnea o a pulmón.
Por tal motivo se hallaba en el área de competencias de Cayo Ávalos el más prestigioso de los apneístas de aquel momento: un médico siracusano llamado Enzo Maiorca, quien desde los años 60 poco a poco se había ido adentrando cada vez más en los dominios de Neptuno sin otro medio auxiliar que la fuerza de sus pulmones y la seguridad en las ilimitadas potencialidades del hombre.
Llegaba precedido de la fama. En 1960 su nombre apareció en el listado de los registros mundiales con un descenso de 45 metros. Un año después alcanzó los 50; en 1966 andaba por los 62, enfrascado en aguda porfía con otro grande del profundismo, el francés Jacques Mayol.
En Cuba era esta una práctica poco generalizada, por lo que crecía la expectación en torno a lo que pudiera ocurrir, según el criterio de los escépticos. Pero nada ocurrió. O al menos, nada lamentable. Maiorca se concentró, penetró en las aguas y antes de transcurrir dos minutos emergió con una tablilla entre las manos. ¡64 metros! Nuevo récord del mundo en inmersión a pulmón.
Sin embargo, no fue Maiorca el único protagonista de aquel espectáculo. Giuliana y Marina Trerianni se encargaron de romper otras dos marcas para damas. Giuliana descendió con equipo auxiliar (patas, snorkel y careta) hasta los 45 metros; Marina, sin equipo alguno, lo hizo hasta 31 metros.
El tiempo ha corrido y sobre aquellas marcas nuevas cifras se han ido acumulando. El propio Maiorca sobrepasó después los 100 metros.
En 1988 se llevó a la pantalla su gran rivalidad con el francés Jacques Mayol, que aparece recogida en el bello filme titulado El gran azul.
En junio de 1990 Enzo Maiorca participó en experimentos del centro de fisiología y patología de las inmersiones de la universidad de Buffalo en Estados Unidos.
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