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Entre nosotras

16 de septiembre de 2013

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Las mujeres temen, sin razón, el momento de la menopausia, ciclo natural de la vida muy contaminado con mitos y exageraciones, sin tomar en cuenta, que las experiencias ajenas no tienen porque constituirse en leyes para las demás.
Lo más importante radica en conocer cada paso de ese proceso,  bien precisado por los médicos: “es un período de transición de la vida fértil a otro en el que se pierde la capacidad reproductiva, traducido en diversos cambios físicos”.  La edad se sitúa entre los 45 y los 55 años, y se caracteriza porque los ovarios dejan de producir óvulos y segregan una menor cantidad de hormonas (estrógenos y progesterona). Pero, tal descenso de la producción estrogénica no ocurre de un día para otro, sino durante un período de mayor o menor duración, según el caso.
Es cierto que hay pérdida de elasticidad y suavidad en la piel, incluso, cambios de tonalidad y aumento de manchas u otras alteraciones, pero también en los hombres se evidencian esas alteraciones dermatológicas en la medida que se acercan a los 50 años.
Siempre se mencionan los “ sofocos” y la atrofia vaginal como síntomas característicos, aunque no son los únicos. Sin embargo, hay mujeres que reconocen que transitaron por esa etapa “sin penas ni glorias”.
Ciertamente, aumenta la resequedad en el rostro, y se evidencia el aumento tanto de las líneas faciales, como de los poros. Esas, que  angustian tanto a las más presumidas, pero que no hicieron nada por retrasar su aparición. Y digo esto, porque  aunque está claro que la menopausia repercute en ellas, muy pocas indagan sobre las posibles soluciones retrasar el deterioro cutáneo.
Justo aquí es cuando recordamos el repertorio de recomendaciones para enfrentar el impacto de los cambios hormonales pre y post menopáusico, que depende del tipo de piel y del estilo de vida.  Y es que las estadísticas recogen que solo el 37%  de las afectaciones se relacionan con una piel muy seca, el 19% con más deshidratación, y el otro 19%, con más arrugas y líneas faciales, datos aportados  por un estudio de la firma europea Allegran, presentado en el Congreso Mundial de Medicina Antienvejecimiento, celebrado en Montecarlo.
Entre otras alteraciones cutáneas detectadas en las encuestadas el 29% notan una disminución en la suavidad de la piel, el 27% un cambio en su tonalidad y el 21%, un cambio en el tamaño de los poros. Reacciones factible de mejorar con tratamientos de medicina estética para atenuar esas primeras señales de envejecimiento cutáneo.
“Con la pérdida de elasticidad, se percibe una mayor flacidez  cambios de tonalidad -claras o oscuras-, así como un posible aumento de la proporción de manchas; además, al segregar menos cantidad de grasa, las pieles secas se vuelven ‘ultrasecas’ y las pieles grasas, también cambian. En todos los casos se nota un escalón más de sequedad”, explica Cristina Villanueva, cirujano plástico de Barcerlona,  experta en medicina estética facial.
Esta profesional recomienda: “No hay que esperar por la aparición de los surcos cutáneos,  sino empezar a tratarlos cuando comienzan a notarse, porque con menor cantidad de producto y menor esfuerzo terapéutico conseguimos mejores resultados”.
Entre los tratamientos actuales figuran los cosméticos (cremas con  vitaminas, minerales y antioxidantes). “No es necesario gastar mucho dinero en cremas, sino recibir la orientación especializada de cuál es la que necesita su cutis. Lo contrario es como el riesgo de automedicarse.

Frase:
La edad madura es aquella en la que todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo.
(Jules Renard -1864-1910- dramaturgo francés)

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