Enfermedad de Chagas: Trypanosoma cruzi
20 de diciembre de 2019
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La importancia de esta enfermedad radica en su elevada prevalencia, grandes pérdidas económicas por incapacidad laboral, y muerte repentina de personas aparentemente sanas.
En un trabajo anterior hice referencia a las vinchucas: chinches, vectores principales responsables de la transmisión de la enfermedad de Chagas conocida también como tripanosomiasis americana, una enfermedad parasitaria tropical, generalmente crónica, causada por el protozoo flagelado Trypanosoma cruzi que es el agente causante de la enfermedad. En este trabajo me referiré a dicho agente.
¿Quién es Trypanosoma cruzi? Es un protozoo miembro del género Trypanosoma, que es el mismo género del agente infeccioso causante de la enfermedad del sueño africana (Tripanosomiasis africana), y el mismo orden del agente que causa la leishmaniasis. Sin embargo sus manifestaciones clínicas, distribución geográfica, ciclo de vida y su vector son considerablemente diferentes.
El género Trypanosoma se compone de varias docenas de especies de protozoos. Dos de las tres especies que infectan a los seres humanos son patógenas, y varias otras especies pueden causar enfermedades graves y de importancia económica en los mamíferos domésticos. Estos protozoos flagelados pasan por diferentes etapas morfológicas en sus anfitriones, ya sean vertebrados o invertebrados.
El reservorio natural de este parásito lo constituyen los armadillos, marsupiales (Didelphis o zarigüeyas), roedores, murciélagos y primates silvestres, además de ciertos animales domésticos como perros, gatos, incluso ratas (Rattus rattus). Es transmitida al hombre comúnmente por grandes hematófagos redúvidos de la subfamilia Triatominae (triatominos) como Triatoma infestans el cual transmite el parásito cuando defeca sobre la picadura que él mismo ha realizado para alimentarse.
Existen además mecanismos alternativos de transmisión de la enfermedad: la hemotransmisión (transmisión por transfusión de sangre), la transmisión congénita (es decir, indirecta en el periodo prenatal, con pronóstico fatal para el feto), transmisión intrauterina o transplacentaria (es decir, a través de la placenta), la transmisión lactogénica o transmamaria (es decir, a través de la lactancia materna), la transmisión por alimentos contaminados, por trasplante de órganos y por accidentes de laboratorio. La transmisión oral por ingestión de alimentos contaminados por triatominos o sus deyecciones parece ser relativamente importante en zonas amazónicas, por ejemplo en Brasil y Venezuela. Son múltiples los casos conocidos de esta enfermedad por infección accidental en laboratorios médicos, por manipulación de chinches provenientes de animales infectados, por cultivos de T. cruzi o por contacto directo con material biológico proveniente de enfermos gravemente infectados.
Es la transmisión vectorial la principal vía de transmisión: en el 80% de los casos en seres humanos, la enfermedad se debe a la transmisión vectorial, a través de las heces del triatomino. El protozoo penetra principalmente a través de lesiones en la piel (por ejemplo, la picadura del propio insecto), conjuntivas o mucosas (ojos, boca o nariz).
El insecto que transmite esta enfermedad puede infectarse si pica a una persona que tenga la infección, y así adquirir la capacidad de seguir propagando este parásito. Aunque se han identificado más de 130 especies de triatominos, sólo un puñado son vectores competentes para T. cruzi.
¿Cómo transcurren los estadios del T cruzi en un triatomino? Cuando estos nacen, están libres de la infección, pero adquieren al parásito al alimentarse del hombre o de animales domésticos o silvestres infectados.
Estos primeros tripanosomas (llamados tripomastigotes) migran al intestino medio del insecto donde se transforman en epimastigotes, son anchos, muy móviles, con su flagelo libre. Allí se dividen un gran número de veces. A partir de aquí, las vinchucas, quedan infectadas de por vida.
Los epimastigotes se transforman en tripomastigotes y migran al intestino posterior, de donde son excretados con las heces en el momento de la picadura.
La transmisión natural de T. cruzi en la que interviene el vector se lleva a cabo en tres ciclos: el doméstico, en el cual el vector infecta de manera exclusiva la vivienda humana en áreas rurales y suburbanas; el peri doméstico, donde se mantienen alrededor de núcleos de población humana, y el enzoonótico, que se presenta alejado de asentamientos humanos y con participación exclusiva de reservorios silvestres y ecotopos naturales.
La prevención es la batalla más importante en la lucha contra el mal de Chagas. Las principales medidas deben estar orientadas a la vivienda humana y también la de animales domésticos, como gallineros, palomares, conejeras, cuevas, nidos, dormideros protegidos de otros animales, etc, donde se puede desarrollar la vinchuca.
¿Qué recomiendan las autoridades sanitarias para la prevención de la enfermedad? Diez medidas principales:
1- Mejorar la calidad de las paredes, techos y suelos de las viviendas. Cubrir con un material que no se agriete, mantener las superficies lisas que son más fáciles de limpiar y permiten que se formen rendijas y huecos donde puedan refugiarse los insectos.
2- Mantener la vivienda y todos sus enseres correctamente higienizados y limpios.
3- Utilizar insecticidas modernos que permitan matar la vinchuca.
4- Facilitar la tarea de los rociadores de insecticida, colaborando con ellos en todo cuanto sea necesario.
5- Conocer la vinchuca, aprender a identificarla y diferenciarla de otros insectos.
6- Identificar a la vinchuca por la zona donde se encuentre.
7- Si ha sido picado por vinchucas, consultar inmediatamente al médico.
8- Si el médico le diagnostica la enfermedad, seguir fielmente todas sus indicaciones. Los controles son fundamentales.
9- Ante cualquier duda, consultar al médico y hacerlo cuantas veces se crea conveniente.
10- Denunciar a la autoridad sanitaria correspondiente la existencia de vinchucas.
¿Qué hay en relación con los controles químicos que se realizan en las viviendas? Un equipo de científicos demostró la importancia que tiene el conocimiento científico a la hora de implementar campañas de rociado: “Hay distintos niveles de resistencia. Cuando es alta, se detecta por lo que se llama «falla a campo», es decir, cuando los bichos siguen vivos después de recibir el veneno. Si es baja, en cambio, se revela solamente en el laboratorio a través de ensayos toxicológicos. Son poblaciones que la presentan de manera incipiente, pero que va camino a aumentar si se les continúa aplicando el mismo producto. Por eso estos resultados nos permiten adelantarnos a ese hecho y modificar la estrategia” de acción. Si bien existen otros tipos de compuestos y métodos de acción para el control de vectores, el rociado de las viviendas en zonas endémicas sigue siendo imprescindible, ya que el principal problema radica en la convivencia de la vinchuca con el ser humano. También existen estudios que buscan emplear agentes biológicos que enfermen y maten a T. infestans. Son alternativas excelentes, pero todavía falta tiempo de desarrollo y mientras tanto no hay nada que iguale los resultados del rociado de casas con insecticidas”, apunta uno de los investigadores. Asimismo, subraya la efectividad de los piretroides frente a otros químicos, especialmente debido a sus condiciones amigables con el medio ambiente y su alta selectividad, es decir, la capacidad de atacar solo a un blanco específico sin hacer daño a ninguna otra especie.
Recordemos que… “la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Sólo hay un modo de que ella perdure: respetarla y servirla.
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