En el Lam, deudas saldadas

30 de abril de 2014

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Estrella Díaz

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Agustín Cárdenas, Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, Tomás Sánchez

De relevante acontecimiento cultural puede calificarse lo que por estos días sucede en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, de La Habana colonial: hasta el 13 de mayo en la planta baja se exhibe, por primera vez en Cuba, una muestra del escultor Agustín Cárdenas, mientras que en el segundo nivel, hasta el 5 de mayo, puede verse —luego de veintisiete años de ausencia de las galerías nacionales— una exposición fotográfica del pintor, dibujante, grabador y escultor Tomás Sánchez.

 

Agustín Cárdenas

Agustín Cárdenas (1927-2001) y Tomás Sánchez (1948) son dos exponentes de lo mejor de la plástica cubana de finales del siglo XX e inicios del XXI y, a la vez, artistas de referencia a nivel internacional que han logrado, en distintos momentos, insertarse en los más exigentes mercados: a ambos los une una raigal cubanía que se manifiesta en sus respectivas propuestas, aunque las obras no han sido concebidas aquí, en la Isla.

Las formas del silencio es el título escogido para agrupar las veinticuatro esculturas y ocho dibujos que conforman la muestra de Cárdenas, quien está considerado  precursor del arte abstracto y a quien el gobierno francés le otorgó la Legión de Honor; el relevante escultor se graduó, en 1949, de la Academia de Artes de San Alejandro y en 1955 se radica en París, ciudad que lo acogió y arropó a lo largo de su vida, pero vino a morir a La Habana en el año 2001.

Esta muestra, que antes fue exhibida en un reservado privado de la ciudad norteamericana de Miami  —en gran medida— viene a saldar una deuda con los cubanos de aquí y es que el señor Robert Vallois, mayor coleccionista de la obra de Cárdenas y uno de los más reconocidos coleccionistas de Art Deco en Francia, puso a disposición todos sus fondos porque sabía que era un deseo del escultor exhibir su trabajo en Cuba: cuando a Cárdenas se el confirió en 1995 el Premio Nacional de Artes Plásticas —junto a la también renombrada escultora Rita Longa— no se pudo hacer una muestra personal porque en el Museo Nacional de Bellas Artes existen, solamente, dos piezas de su autoría.

Discípulo de Juan José Sicre —quien lo entrenó en los rigores de la talla directa en madera— y de Constantin Brâncuşi —importante escultor rumano considerado pionero del modernismo con el que trabajó estrechamente—, Cárdenas fue poco a poco buscando y encontrando su propio discurso, y aunque una zona de la crítica lo considera “puramente abstracto” en un momento determinado afirmó algo que, obviamente lo autodefine: “no soy tan abstracto ni tan moderno: hay muchas cosas que he aprendido dándome golpes”.

A pesar de que la mayor parte de su vida transcurrió en París, Cárdenas se mantuvo fiel a sus raíces africanas, defendió sus influencias y jamás renegó ni de su raza ni de sus ancestros y aunque se dice que no era prácticamente de ninguna de las religiones de origen africano, profesó un profundo respeto hacia sus antepasados.

 

Tomás Sánchez

Con sus Notas al paso, Tomás Sánchez llega a Cuba y aunque muy reconocido por sus memorables paisajes —que lo colocaron y colocan entre los más representativos exponentes del paisajismo cubano de todos los tiempos— y también por sus emblemáticas series de Crucifixiones y Basureros , la faceta de fotógrafo le era totalmente ajena al público cubano. Si bien es cierto que las bondades de la Red han dado la posibilidad de ponerse en contacto con su universo fotográfico, ésta es la primera vez que en la Isla se puede apreciar, con pupila propia, su discurso como artista del lente.

Tomás residió en Miami y México y desde hace un tiempo se asentó Costa Rica y aunque ha visitado con frecuencia La Habana y se ha mantenido cercano al Instituto Superior de Arte (ISA), hacía veintisiete años que no realizaba aquí una muestra personal —aunque sí ha participado en múltiples proyectos colectivos.

Las imágenes que conforman Notas al paso dan continuidad a su propuesta: definitivamente la relación del hombre con la madre Naturaleza —puede también entenderse como el diálogo con Dios— se traduce en una meditación profunda, en un juego y rejuego por establecer un contacto visceral con el entorno más inmediato y, a la vez, con la sublimación del espíritu. Es de significar que el ojo fotográfico de Tomás trata de encontrar —y encuentra— una similitud entre los accidentes naturales y el hombre: en otras palabras, hay una franca intención de humanizar el paisaje.

Según se ha filtrado, ya se están comenzando a dar los primeros pasos para en un futuro, ojalá no muy lejano, una de las esculturas de mediado formato realizadas en París por Cárdenas se lleve a escala de escultura munumentaria: así, por vez primera tendremos en La Habana —específicamente en los predios de la Oficina del Historiador— una obra realizada a partir de un prototipo de Agustín Cárdenas.
También ha trascendido que para el año próximo en el Museo Nacional de Bellas Artes se realizará una exposición personal de Tomás Sánchez que incluirá una selección de varios momentos de su quehacer: volverán a Cuba los deslumbrantes paisajes de Tomás que, seguramente, estarán escoltados por sus  Crucifixiones  —serie que es un canto a la paz interior y a la fe— y sus Basureros —serie que nos convoca a respetar el medio ambiente desde la más absoluta veneración al planeta.
Las formas del silencio de Agustín Cárdenas y Notas al paso de Tomás Sánchez, son dos deudas saldadas con el arte y el público cubanos: mucho hay, entonces que agradecerle al Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam el privilegio de disfrutar de una pequeña parte del quehacer de dos grandes artistas que nos pertenecen. Y aquí están.