Emoción versus emoción
16 de marzo de 2018
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Nadie posee una sola emoción, porque de hecho nacemos con emociones primarias, que nos permiten sobrevivir, y son el miedo, la ira y el amor en su forma más elemental, por eso el bebé llora de miedo cuando un sonido le asusta, llora de enojo cuando tiene hambre, y responde con tranquilidad, se duerme cuando le tratan con ternura, esa es su respuesta amorosa; o llora cuando su madre se aleja porque siente amor por esa persona cercana, que le dio vida, lo alimenta, le da afecto.
Durante la vida desarrollamos muchas más, que parten de estas emociones primarias y se complejizan en la medida que crecemos y nos desarrollamos, porque la envidia, el odio, el desprecio se derivan de la ira; mientras que la amabilidad, la empatía, el optimismo, la bondad son manifestaciones aprendidas del amor; y del miedo se desarrollan el pesimismo, la timidez, la desesperanza, y así muchas otras. Sin embargo, todas, de una manera u otra tienen un espacio en la vida de todos nosotros, porque el villano, malvado, malévolo, terrorífico personaje del cine también tiene su parte buena y emociones positivas, mientras que la blanca paloma, buena hasta el cretinismo no existe, porque todos estamos “compuestos de un material mixto”, así que nadie es totalmente malo, ni completamente bueno, de ser así no podría sobrevivir, pues todas las emociones tienen su lugar y su papel en la vida, el asunto es que aparezcan en el lugar, el momento, la intensidad y el control preciso, lo cual resulta difícil, pero no imposible.
He escuchado a mujeres decir: a mi marido no se le pueden pedir las cosas por las buenas, porque no las hace, no entiende, me tengo que enojar para que limpie el patio. Lamentablemente, este hombre aprendió a mantener relaciones basadas en la autoridad-sumisión, lo cual puede que creamos que no es la mejor de las relaciones matrimoniales (por lo menos así lo creo yo) pero existen y funcionan, pero esa mujer tiene que saber que esa actitud no la puede exhibir en público, o sea no le puede “meter el pie” al marido delante de otros porque puede desatar un huracán y que esa fórmula no le funcione más.
Se puede encontrar la forma antagónica y la mujer sabe que al marido solo “endulzándolo” con afecto, con palabras, logra lo que quiere y ahí vemos el mismo resultado con emociones diferentes, pero en ambas situaciones, las esposas enfrentan sus propias emociones, porque la que trata con ira al marido puede que lo que quiere es besarlo, abrazarlo, pero no lo hace para lograr su objetivo, y en el otro caso, también puede que lo que ella desee es gritarle para que le haga caso, sin embargo, lo trata con afecto.
También tenemos a la envidia, esa emoción siempre vista como dañina y puede que si la persona sabe que la posee y hacia dónde se dirige y de verdad siente que no le es bueno poseerla. Entonces, en vez de lanzar palabras irónicas, de usar la burla, de hablar mal de la persona a la que se le envidia, logra reencaminar su conducta hacia lograr lo que el otro posee y que le es tan deseable o si no le es posible, entonces hay dos caminos: alejarse de la situación o valorar lo que se posee y que nos hace felices, y ahí se observa claramente la emoción versus emoción.
Hay otras muchas situaciones en que la emoción puede anteponerse a la emoción, como puede ser el caso de amar a quien te hace daño, y eso lo he visto muchas veces en consulta, y son mujeres casadas con un hombre alcohólico, con una vida de perros y el amor se contrapone a la ira que le provoca ese hombre, o el padre que el amor hacia el hijo le impide imponer disciplina e incluso se enoja con maestros cuando el joven es sancionado, reprendido, y en este caso, aunque parezca un galimatías se observa la contraposición de amor versus amor.
Dañino o beneficioso puede ser el enfrentamiento de emociones dentro de uno mismo, eso depende de muchos factores, algunos de los que enuncié antes y que son el momento, la emoción, la intensidad y fundamentalmente, el resultado. El asunto es que queramos entender que las emociones son tan importantes en la vida que puede hasta cambiarnos el camino, por eso, repito lo que siempre digo: educar las emociones es aprender a vivir mejor.
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