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El teatro musical en Cuba (I)

3 de mayo de 2022

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teatro-Alhambra

Teatro Alhambra

 

Siempre digo que las tradiciones forman parte de la identidad de un país, por lo que hay que preservarlas, y una de esas tradiciones en nuestro país lo fue el teatro musical, aunque se alejó de los escenarios luego de la desaparición física del gran escritor y director Héctor Quintero. Al tema dedicaré mi comentario de hoy.

Si hacemos un recorrido por la historia del teatro musical en Cuba, el primer lugar lo ocupa el Alhambra, fundado en la ciudad de La Habana en 1900, y evocado magistralmente por Enrique Pineda Barnet en su película: “La Bella del Alhambra”. A él estuvieron vinculados, músicos y dramaturgos tan importantes como: Jorge Ánckermann, Federico Villoch, y los hermanos Francisco y Gutavo Robreño, entre otros. Y no podemos olvidar a cantantes entre cuyos nombres están: Blanca Becerra, Luz Gil, y Hortensia López, a los que debemos añadir los de los actores Arquímedes Pous y Ramón Espígul. Era un escenario para obras del género vernáculo, que estrenó zarzuelas como: “La Isla de las Cotorras”.

Pero el primer coliseo donde se representaron obras musicales fue el Principal (denominado en sus inicios: Coliseo), fundado en La Habana en 1775, por iniciativa del Marqués de la Torre, y en cuyo escenario se presentaron las primeras compañías italianas de ópera que visitaron nuestro país. Sin embargo, al construirse el teatro Tacón, en 1844, en su lugar se erigió el Hotel Luz.

Otro teatro digno de mención es el Diorama, inaugurado en la calle habanera de Industria, esquina a San José, en 1829. Aunque presentaba, fundamentalmente, obras dramáticas, en su escenario se cantaron óperas y se presentaron compañías de ballets. Fue demolido en 1846.

En 1884 se inauguró el Tatro Irijoa, denominado así por su dueño: Ramón Irijoa. Más tarde se convirtió en Martí. Siempre estuvo dedicado a los géneros populares, aunque en su escenario también se presentaron óperas.

El que todos los habaneros conocieron como cine Payret, fue inaugurado en 1877 como teatro, por Jaime Payret, con un concierto al que siguió una temporada de ópera. Siempre se ofrecieron en su escenario funciones dramáticas y óperas. Luego de pasar por diferentes dueños (aunque conservando el nombre de Payret), sin respetar que era monumento nacional, el edificio fue demolido para construir otro teatro que, aunque hermoso, no tenía la acústica requerida, por lo que terminó convertido en cine.

De otros coliseos donde la música siempre fue prioridad en sus escenarios, continuaré hablando en mi próximo comentario.

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