El sitio elegido (I)
23 de mayo de 2014
|Puede ser que deba su celebridad a uno de sus clientes más asiduos.
Pero el hotel Ambos Mundos está situado en una encrucijada notable de La Habana y en un sitio encantador del centro histórico.
Anclado en la esquina de Obispo y Mercaderes, ofrece una hermosa vista a los paseantes y a menudo es posible escuchar un tema musical famoso, bien interpretado, en notas arrancadas a un piano.
Y, claro, Ambos Mundos y Ernest Hemingway tienen una historia en común tan maciza que no es posible asumirla por separado, desde que el escritor se hospedara, por primera vez, en una habitación sin número del 5to. piso de aquel hotel decente en la década del 30.
¿Qué era un hotel decente en aquellos años?
Pues al parecer un sitio al que iban a alojarse turistas extranjeros, pasajeros en tránsito a México o Cayo Hueso, y políticos y comerciantes llegados del “interior” del país.
Hemingway siempre elogió la calidad del servicio que ofrecía.
Cuando se instaló allí era ya un turista “sospechosamente reincidente” al decir del periodista y escritor Ciro Bianchi Ross, sobre todo en época en que se daba bien la pesca de la aguja, en la corriente del golfo, que él llamara “el gran río azul”.
Con 54 habitaciones y cinco pisos, el hotel mantiene la misma estampa de cuando el escritor subía a beber wisky en el bar de la azotea.
La habitación ―a la que siempre iba cada vez que se albergaba allí― es un lugar espacioso ―según se mire―, con una cama matrimonial de caoba, un sillón, una silla de mimbre, una mesa auxiliar, una cómoda, varios números de viejas revistas y una edición de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha.
Presidiéndolo todo, una máquina de escribir.
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