El septeto Nacional de Ignacio Piñeiro en su 85 aniversario
10 de octubre de 2014
|Decir 85 años de vida en ocasiones resulta fácil, no así en los amplios segmentos musicales, donde a una agrupación le resulta casi imposible el mantenerse, en la preferencia y el gusto de varias generaciones, por espacio de muchas décadas.
Hoy celebramos el aniversario 85 de una agrupación musical con una sólida vida artística, favorecida por una sonoridad y estilo interpretativo inconfundible, y que mantiene la frescura y vigencia como el primer día de su aparición: El Sexteto Nacional, por magnificencia reconocida como, Septeto Nacional “de Ignacio Piñeiro”.
Fueron sus iniciadores, el célebre Ignacio Piñeiro, junto a Alberto Villalón, Juan de la Cruz Hermida, Francisco Solares González, José Manuel Hincharte, y Bienvenido León.
El Sexteto, luego septeto con la incorporación del legendario trompetista Lázaro Herrera, resulta una agrupación sonera que no solo ha sido cuestión y disfrute de nuestros abuelos y bisabuelos y hoy se venere, como una simple pieza sonora de museo.
En realidad, este conjunto vocal-instrumental, que a través del tiempo mantiene la atención y preferencia de las nuevas generaciones de bailadores del Son, es algo más que un timbre y estilo sabroso, sino más bien, una forma invariable de hacer el Son.
Ignacio Piñeiro, su fundador, y partir de su septeto, desarrolló el sedimento entre la concordia de determinados patrones rítmicos de la música bantú, apremiantes y particulares estructuras del quehacer músico hispánico, si bien, percibidos singularmente con una óptica oculta y misteriosa, de auténtica señal de lo abakuá.
El Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro, es resultado de un determinado conjunto de hechos culturales que surgieron a expensas de la presencia abierta del Son en el occidente del país, en especial en la capital cubana. Por lo que manejar criterios que determinen regiones, reducidos, o demarcaciones geográficas, no resulta todo lo abundante para explicar un hecho cultural de tanta trascendencia.
En su quehacer músico, el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro, ha legado un inconfundible cuño distintivo en la música popular, no solo de Cuba, sino de todo el Caribe.
Su labor en el campo discográfico, a partir del año 1927, hasta la actualidad resulta envidiable.
En 1929, gozaron del infinito privilegio de viajar hasta Sevilla para significar, en la Exposición Ibero Americana, la presencia del Son cubano, y con igual carácter, registrar bien en alto el nombre de Cuba.
En la actualidad, el septeto mantiene una vida artística muy activa, determinada por presentaciones en importantes espacios nacionales e internacionales, y envidiables proyectos discográficos, que parecen no detenerse jamás.
El Septeto Nacional, implantó y aún instituye un factor determinante en el desarrollo de variadas franjas musicales, que en verdad, concluyó en la diseminación y desarrollo del Son en el resto del país.
En un amplio, si bien, progresivo proceso de una vasta movilidad geográfica que agitó a hombres del oriente hacia el occidente y viceversa, el Septeto Nacional se vio envuelto en un anchuroso ciclo musical, con marcadas influencias de un ir y venir por la vía de una certera expansión. Esparcimiento que concurrió, en la integración de franjas musicales muy bien definidas, y que indudablemente devino, perfil característico, en lo universal del Son.
Con la fundación de su septeto, Piñeiro desarrollo un intuitivo genio musical, para demostrar que él y su agrupación, han sido y son el mayor exponente del Son cubano y de todas sus variantes.
Indudablemente, el pensamiento creador de Piñeiro, trabajó con hondo calado en la estructura del Son urbano, hasta proveerle un tratamiento y acabado presto a la apertura de un sólido mensaje, movible entre lo musical y lo literario, si bien, pletórico de una grande y amplia envoltura estética.
Sean estas sencillas notas, una pequeña gota de agua, quizás perdida en la inmensidad de un océano de gloria, que sin duda, le pertenece por siempre al Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro.
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