El primer viaje de José Martí a Jamaica
11 de octubre de 2022
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En la tarde del 8 de octubre de 1892 el Maestro desembarcaba en Kingston, la capital de la entonces colonia británica de Jamaica. Allí culminó su gira por las Antillas, iniciada el último día de agosto, y durante la cual antes había visitado Haití y República Dominicana. En los tres países intercambió con los emigrados cubanos, agrupados mayoritariamente en los clubes respectivos del Partido Revolucionario Cubano, y con políticos e intelectuales locales en favor de la independencia de Cuba y de Puerto Rico. Fueron solo seis los días de su permanencia en Jamaica, pero de enrome intensidad, sin apenas descansar y con excelente acogida de cubanos y jamaicanos.
Al pisar tierra, Martí encontró que lo esperaban los miembros del Cuerpo de Consejo del Partido en la isla. Todos marcharon al taller del cubano J.B. Machado, donde el Maestro usó de la palabra. La noche fue agitada, pues numerosos visitantes acudieron a conocerle en el hotel en que se alojaba. El 9 de octubre se reunió en Temple Hall con varios cubanos allí establecidos y dedicados al cultivo del tabaco.
El 10 de octubre pronunció un discurso en el acto conmemorativo del alzamiento de 1868. El día siguiente habló en inglés para el público jamaicano en un con cierto organizado en su honor. El 12, en el hogar de Leonte Quesada, fue agasajado por varias familias cubanas con un almuerzo. Al parecer fue entonces cuando conoció a Mariana Grajales y a María Cabrales, la madre y la esposa del general Antonio Maceo. Sus palabras fueron escuchadas en una recepción en la casa del también cubano Luis Lay. Cerró la noche con una larga reunión donde se trataron asuntos de la política patriótica. Y el 13 subió al vapor que lo condujo a Nueva York.
La prensa de Kingston siguió sus pasos. The Colonial Standard and Jamaica Despatch publicó una larga entrevista en la que Martí explicó su idea de la república de igualdad y justicia y consideró la anexión a Estados Unidos como algo imposible y el Daily Gleaner reseñó su reunión de despedida con los cubanos.
A su vuelta Nueva York, el Delegado informó a los clubes acerca de su recorrido antillano. En el periódico Patria publicó acerca de ese encuentro y allí dijo que “los cubanos de Jamaica eran “respetados por su excelencia moral y su utilidad pública”, que “habían levantado la linda aldea criolla en la vega extranjera” y “habitan ya el destierro en la concordia respetuosa y serena en que, a despecho de narigudos y arúspices, vivirán en la patria libre mañana.” Refiriéndose a sí mismo en tercera persona, como si el texto hubiera sido redactado por otro, expresó así su encuentro con Mariana Grajales y María Cabrales: “¿Y el párrafo, como de flores, con que contaba el Delegado su visita a la madre y a la compañera de Antonio Maceo?”.
No se equivocó Martí: la emigración de Jamaica fue siempre fiel a las radicales ideas del Maestro, tanto durante los preparativos de la guerra necesaria y como eficaz retaguardia durante los tres años de la contienda independentista.
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