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El primer homenaje a Martí en Dos Ríos

24 de mayo de 2024

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Luego del triste 19 de mayo de 1895, antes de abandonar el campamento para seguir su marcha hacia Camagüey, Máximo Gómez ordenó colocar una cruz de madera con esta inscripción: “Un héroe, José Martí, 19 de Mayo.” Pasado algo más de un año, el General en Jefe del Ejército Libertador volvió a aquel lugar.

Fermín Valdés Domínguez, el amigo de Martí desde la infancia, formaba parte de aquellos mambises que acompañaban al jefe y en “Martí, Ofrenda de hermano”, largo texto publicado en el periódico El Triunfo el 19 y el 20 de mayo de 1908, en cuyo final narra en su parte final lo allí ocurrido “un hermoso día· del mes de agosto de 1896.”

Desde días antes el General en Jefe acampaba en Vuelta Grande, acompañado por gran parte de las fuerzas del Primer Cuerpo y algunas del Segundo Cuerpo del Ejército Libertador. Desde allí encabezó la peregrinación hasta el lugar marcado con la cruz de madera. Rodeaban a Gómez todo su Estado Mayor y un grupo de generales: Calixto García, Agustín Cebreco, José Rogelio Castillo, Enrique Collazo, Pedro A. Pérez y Luis Bonne. Al cruzar el río Contramaestre el General en Jefe bajó d su cabalgadura cargó algunas piedras de los márgenes de la corriente, acción secundada por quienes le seguían. Todos fueron depositando las piedras en el sitio marcado y varios soldados las fueron colocando en un cuadrilongo de Oriente a Occidente, con la cruz al frente, de cara al sol, como Martí quería morir, recordó Máximo Gómez.

Fermín culmina su relato con las palabras del jefe, quien las pronunció “con frase enérgica, con acento severo y lágrimas de amor en sus ojos relampagueantes.” También explicó la manera heroica de morir de Martí y dijo: “No supe de él hasta que uno de sus ayudantes vino a mi encuentro y me dijo: General, han herido a

Martí. Quise llegar hasta el lugar en que había caído; pero me envolvían las descargas del enemigo y aquí de mi pena al no poder rescatar el cadáver de mi amigo, de mi compañero queridísimo, del valiente General a quien no pude con mis órdenes contener. Porque fue a la muerte con toda la energía y el valor de un hombre de voluntad y entereza indomables.” Le continuaron otros generales y Gómez asumió la despedida con las siguientes palabras

“Todo el cubano que ame a su patria y sepa respetar la memoria de Martí, debe dejar, siempre que por aquí pase, una piedra en ese monumento.” Y a sus soldados los arengó así: “Imitad sus virtudes y su patriotismo, y aprended a morir y a servir a la causa grande, enaltecida por él y por otros héroes: a la independencia de la patria.”

Y concluye así Valdés Domínguez su relato de aquel emotivo acto: “Y de allí nos fuimos purificados, y al volver por la margen del Contramaestre, el Sol se ocultaba en el silencio del crepúsculo, y nos parecía oír la voz del hermano que respondía a nuestras palabras, que desde el cielo nos alentaba con el fuego amoroso de sus ojos, con la caricia fraternal de sus palabras.”

Hermoso y merecido aquel primer homenaje a José Martí efectuado por sus compañeros en la pelea por Cuba libre.

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