El Payret y la maldición de María del Pino
1 de mayo de 2017
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El teatro Payret, en la esquina de Prado y San José, fue inaugurado el 21 de enero de 1877 por el catalán don Joaquín Payret, con el propósito de desplazar al Tacón, el principal de La Habana y con 39 años de vida. En 1878 cambió el nombre por el del Teatro de la Paz, pero el original perduró por siempre.
En sus comienzos, el Payret llegó a alternar con teatros tan importantes como el Tacón, el Albisu o el Irijoa.
En agosto de 1882, El Payret sufrió un derrumbe después de unos fuertes aguaceros, en el que pereció el arquitecto Sagastizábal, quien había dirigido la construcción de la obra, la cual quedó en manos de la hacienda pública hasta que en 1890 fue sacado a subasta y se adjudicó a don Santiago Pubillones, famoso empresario de circos, y al siguiente año lo adquirió el médico montañés Anastasio Saaverior. Reedificado abrió sus puertas nuevamente, donde actuaron Anna Pavlova y Sara Bernhard entre otros destacados artistas y luego se dedicó solo a proyectar filmes españoles.
Un dato curioso del Payret es el de la maldición de María del Pino, con quien al parecer don Joaquín había quedado muy mal en cuestiones de amor o de dinero. Durante la construcción del coliseo, María se le aparecía de vez en cuando por la calle San José y echaba maldiciones contra la instalación, mientras el propietario se escondía atemorizado.
El día de la inauguración, un escape de gas estuvo a punto de terminar con la fábrica, luego los vientos de dos ciclones casi lo derrumban, y para colmo, de acuerdo a la última voluntad de María del Pino, cuando murió, la carroza fúnebre con sus restos mortales permaneció cinco minutos parada frente al teatro.
Finalmente, el Payret fue rematado por falta de pago y don Joaquín murió en la pobreza en una casa de la salud. En septiembre de 1951, después de un total remozamiento, se abrió el Payret como cine, con una gran función en beneficio de la Liga contra el cáncer.
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